Mi currículum político
Estoy en contra de la amnistía y abomino de Sánchez y sus trapacerías. Mi prioridad es la nación que se llama España
ERNESTO MEDINA RINCÓN
JAÉN
Miércoles, 29 de noviembre 2023
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ERNESTO MEDINA RINCÓN
JAÉN
Miércoles, 29 de noviembre 2023
Cuando hubo muerto Franco, yo tenía trece años. No siendo precoz en la conciencia política, el destino me hurtó esculpir mi propia épica antifranquista. O no. Porque tampoco anda sobrado mi saldo de valor como para acometer heroicidades. De manera que siempre puedo consolarme en ... la duda de qué hubiera hecho si me hubiera pillado más granado.
El 24 de febrero de 1981 me levanté para ir a clase. Tejero todavía estaba en las Cortes. Mi madre, temerosa, se negaba a dejarnos salir. Mi padre franqueó la puerta temeroso de que volviésemos a su infancia de guerra y postguerra, «cada uno a cumplir con su deber». Pasé la mañana pendiente de una radio, en las escaleras del Colegio Universitario, con unos pocos compañeros y algunos profesores. Cuando, conclusa la intentona, Fernando Ónega proclamó «Buenos días, Libertad», nos fuimos a tomarnos una cerveza.
Fui representante de los alumnos en el Claustro Constituyente de la Universidad de Granada. Portavoz de la Facultad de Filosofía y Letras, empezaron a disgustarme los manejos que entreví por parte de los partidos políticos para elegir rector.
Aunque había votado al PSOE en 1982, o quizá mejor a la esperanza que suponían Felipe González y Alfonso Guerra para España, me apunté a los comités anti-OTAN por las mismas razones que años después me manifesté contra la guerra de Irak. Carece de mérito. Pegué carteles, firmé manifiestos y asistí a reuniones que no tenían nada de clandestinas. Y comencé a votar al Partido Comunista y después a Izquierda Unida. Hasta que a Julio Anguita le dio el infarto. Entonces profesé la religión de la abstención. Convencido y no por pereza. Nadie me satisface ya sea escepticismo, desengaño o excentricidad.
He sido infiel a mi divorcio con las urnas. Voté a Javier Arenas -PP- para acabar con el caciquismo socialista en la Junta. El fracaso de mi papeleta me confirmó que lo mejor que mi mejor opción era quedarme en mi casa cuando convocasen fiestas de la democracia, que así llaman los políticos embusteros y pedantones a las elecciones. Desde entonces he pecado –yo me confieso– esporádicamente. Apoyé a Javier Márquez y Manolo Bonilla –PP– en las municipales porque eran amigos míos y me fiaba de ellos. Luego, dos veces a Jaén Merece Más. Estoy hasta el gorro de que socialistas y populares nos desdeñen. Ya ni se afanan en adornar sus promesas. Ajadas, a mí no me engañan.
Hubo un tiempo, ya lejano, en que me preocupaba la etiqueta que me pusieran. Disfruto cuando algún conocido me comenta que lo tengo descolocado. A estas alturas tanto me da que me tilden de facha o rojeras. Siempre he tenido la libertad de pensar como se me antojase. Lo que he ganado con la edad es la tranquilidad de que los calificativos ajenos ni me rocen. Me expongo cada quincena en estas páginas. Juzguen, dilectos lectores, por lo que lean. El trato es que yo escribo para que ustedes sopesen.
Estoy en contra de la amnistía y abomino de Sánchez y sus trapacerías. Mi prioridad es la nación que se llama España. Que algunos me descalifiquen por estas opiniones me vale lo que las hojas secas de los plátanos de Indias. Ni para abono.
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