¡Viva Venezuela libre!
Los noticieros venezolanos casi dos semanas después todavía no han podido publicar las actas de las últimas elecciones.
Ernesto Medina Rincón
Jaén
Miércoles, 7 de agosto 2024, 22:56
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Ernesto Medina Rincón
Jaén
Miércoles, 7 de agosto 2024, 22:56
Mi anecdotario reseñable con las elecciones es escueto. El 28 F me impidieron votar porque, a pesar de estar en el censo, no cumplía los dieciocho años hasta junio según comprobaron en el DNI los componentes de la mesa electoral. Me culpo de mi aspecto ... barbilampiño. Alguna treta de envejecimiento facial debería habérseme ocurrido para que la fecha de nacimiento hubiera pasado desapercibida.
En el referéndum de la OTAN, aquel en el que el PSOE acuñó el lema 'de entrada no' -manantial primigenio del que han bebido los cambios de opinión del Pedro Diego Sánchez- para luego pedir el sí, fui presidente. Tuve que expulsar a un apoderado por llevar propaganda a favor del no. Supongo que me consideró un fascista. Diré en mi descargo que había sido miembro del comité anti-OTAN de Cazorla, pegado carteles y firmado manifiestos. En mi bolsillo guardaba la chapa 'OTAN NO' que me puse en cuanto iniciamos el recuento. Comprendí al conocer los resultados que las alegrías políticas, como en otros aspectos de mi vida personal, serían escasas.
Afortunadamente en España son monótonas las jornadas electorales. Los pijos políticos las llaman 'fiestas de la democracia', frente a mi opinión nihilista de que deberían dejarlas en guateques con alcohol de garrafón. A lo sumo aparece en los telediarios una pareja de recién casados, todavía con los vestidos de boda, mientras vota. Tres horas después del cierre de los colegios prácticamente está escrutado el 100% de los votos. Nadie duda de la veracidad de los datos.
Sin embargo, los noticieros venezolanos casi dos semanas después todavía no han podido publicar las actas de las últimas elecciones. Obvio cuando al frente de la nación está un dictador criminal -permítanme el pleonasmo para evitar recurrir a insultos impublicables- que perpetra con desparpajo pucherazo tras pucherazo.
A veces bebo café venezolano. Según una página de Internet recuerda los sabores del chocolate, los cítricos, las nueces o la miel. En contrapartida, nosotros exportamos al país hermano progres de achicoria. Zapatero, miembro del Grupo de Puebla que apoya al régimen bolivariano, guarda ominoso silencio. Monedero y Echenique, podemitas de los que pretendían asaltar los cielos, han reproducido el mensaje de Ione Belarra, actual secretaria general de Podemos: «el pueblo ha hablado y su voluntad debe ser respetada. La derecha sólo va con la democracia cuando gana y eso es inaceptable». Enrique Santiago, portavoz de Sumar en el Congreso y dirigente de Izquierda Unida - ¡ay si Julio Anguita te pillare! - escribe un entusiasta: «¡Enhorabuena! La oposición debe aceptar el resultado». A Yolanda Díaz hasta sus aliados de Más Madrid le han afeado sus declaraciones de asunción de las urnas fraudulentas. Su inocencia, ignorancia o interés son culposos. Ignoro qué sucedáneos de café que así les nublan la mente toman estos dirigentes, pero deberían mirarse en el espejo de José Mujica, expresidente de Uruguay, sobre el que no hay dudas de su izquierdismo y honestidad, quien ha llamado dictador a Maduro y afirma que lo sucedido en Venezuela no es creíble.
También nuestra libertad, la de todos los españoles, se dilucida en Venezuela. Y los ucranianos muertos son nuestros héroes. Que cada cual elija bando. Aquí y allí.
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