
El vestido verde
Al espectador se le ofrecen -igual sucede al final– diferentes enfoques para que determine su versión.
Ernesto Medina
Miércoles, 6 de marzo 2024, 22:55
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Ernesto Medina
Miércoles, 6 de marzo 2024, 22:55
Hace tiempo no hubiera dicho que era mi canon de mujer, aunque reconociese que Keira Knightley era un bellezón. No es carnal, pero sí voluptuosa. ... Parece frágil. Sin embargo, derrocha sensualidad. Tiene al tiempo dulzura y determinación. Quizá mi mutación de criterio -cambiar de opinión está mal visto según qué tendencia política– se deba a unas feromonas cercanas.
También asumo que a mi embelesamiento contribuyeron las reminiscencias que me trae su barbilla. Añadan la carga erótica de la secuencia de la biblioteca en la película 'Expiación'. Apoyada contra las estanterías, entre los libros de cuero de una mansión inglesa, con un vestido verde, de seda y espalda descubierta, vaporoso, escote de pico, tirantes finos, folla de pie. La película se fundamenta en los diferentes puntos de vista con los que las protagonistas femeninas enfocan lo sucedido esa misma mañana junto a una fuente del jardín. Sus perspectivas, en todo caso sesgadas, son el motor de la trama. Al espectador se le ofrecen -igual sucede al final– diferentes enfoques para que determine su versión.
Cada mañana al leer la prensa digital pienso en Keira Knightley. La utilizo como bálsamo para barrer penas interiores e intentar comprender la realidad nacional. El vestido fue teñido con el color que mejor realzase sus ojos. El guardarropa almacenaba varios modelos en previsión de incidencias. Por otra parte, el corte de sastrería no se corresponde con los patrones de la época. Ninguna de estas artificiosidades impide que la fábrica de los sueños fabule para guiarnos acorde con sus intereses.
Las corruptelas de Koldo son explicadas de muy distinta forma en cada periódico. Coinciden en que existe el tal Koldo y más o menos en que su curriculum vitae profesional no lo acreditaba para los puestos de responsabilidad que ocupó. Su enriquecimiento ilícito es también admitido por unanimidad. Pero en el momento en que la política hace acto de presencia, la escena de la fuente -en este caso, la compra de las mascarillas- es interpretada conforme el perfil ideológico del periódico en cuestión. He leído que Armengol está políticamente muerta, aunque, como en 'El sexto sentido', no lo sabe. Enfrente, la opinión de que es una campaña de desprestigio ensamblada por la derecha. Ídem con la estafa de las mascarillas en Baleares – Ábalos dixit- y la intervención de la Fiscalía Europea Anticorrupción. Se bascula entre la ilegitimidad de Armengol para ser presidente del Congreso y la petición de responsabilidades al actual gobierno autonómico del PP.
La sabiduría de mi padre nos explicaba a sus vástagos que los partidos malos de fútbol se caracterizaban porque uno de los contendientes no quería jugar: faltas, simulación de lesiones, protestas, interrupciones, pérdidas de tiempo. «A veces, quizá demasiadas –añadía– gana quien no se lo merece». Remataba su exégesis con la cita de Campoamor, «y es que en el mundo traidor / nada hay verdad ni mentira: / todo es según el color / del cristal con que se mira». A la vista de los hechos, mi padre casi llevaba razón. Excepto en que con Keira Knightley no hay debate ni más consideraciones. Siempre nos quedará su vestido verde.
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