Entre los varios privilegios que sin duda he perdido a causa de mi reciente jubilación está la práctica de recomendar buenos libros de Historia a ... mis alumnas y alumnos de la comarca de Huéscar, sobre todo a las chicas y chicos de 2º de Bachillerato, y así intentar contravenir, aun desde la insignificancia de un menos que modesto enseñante, el persistente y brutal ataque contra la erudición y la cultura que están llevando a cabo, con el más cínico de los descaros, amén del más descarado de los cinismos, y por muy asombroso que pueda y deba parecer, esa cuadrilla de vividores y fantoches que, para general desgracia, rigen hoy los destinos de la Educación en nuestro país.
Y, empezando de nuevo a mover guerra contra esa gente, por lo demás tan pagada de sí misma como henchida en su prepotencia y soberbia, voy a referirme a un trabajo historiográfico exhaustivo y científico, a la par que ameno y hasta apasionante, de un prestigioso autor granadino, nacido en Santa Fe, como él mismo siempre tiene a gala reivindicar. Creo con toda honestidad que se trata de una obra en cuya lectura nuestro tiempo estará más que bien empleado, por lo que me atrevo a recomendarla a quienes hasta no hace mucho me han atendido en clase y ahora tienen la buena voluntad de leerme y a toda aquella persona con interés por aprender y deseos de disfrutar de un buen libro.
Los visigodos, y esta es una advertencia importante, no es tan sólo, que también, la historia del reino altomedieval de Toledo, esa etapa intermedia entre el fin de la Hispania romana en el siglo V y la invasión musulmana trescientos años después. El libro de José Soto Chica abarca el devenir de unos pueblos que podemos llamar proto-godos, desde sus enigmáticos orígenes en el Sur de la península escandinava, y toda su evolución posterior, en el marco de la cual adquieren, a través de sucesivos procesos de mestizaje con otros pueblos y tribus, la identidad de godos y, por último, visigodos.
Soto Chica desgrana en su obra, de forma ordenada, las diferentes etapas por las que atraviesan y que terminan de configurar su carácter guerrero: las migraciones desde la actual Suecia hacia el Bajo Danubio; la marcha más allá de la frontera romana y el inevitable enfrentamiento con el Imperio Romano de Oriente, que culmina en la batalla de Adrianópolis en el 378; las incursiones en territorio, esta vez, del otro Imperio Romano, el Imperio de Occidente, y el saqueo de Roma en el 410; el establecimiento del Reino de Tolosa, durante los siglos V y VI. Por último, la monarquía toledana, con su trágica conclusión en la mal llamada batalla del río Guadalete, cuando, el año 711, Don Rodrigo, último rey visigodo, es derrotado y muerto por los invasores beréberes y árabes, lo que implica la casi inmediata desaparición de su estado y el fin de la trayectoria histórica de su pueblo.
Con el subtítulo 'Hijos de un dios furioso', se trata de un libro de obligada consulta para quienes son especialistas en la Antigüedad Tardía o investigan este interesante período histórico, pero al mismo tiempo accesible, ameno y cautivador para cualquier persona que sienta inquietud por conocer una parte fundamental de nuestro pasado. Como en otros trabajos del mismo autor, en particular 'Imperios y bárbaros', el profesor Soto Chica consigue un perfecto equilibrio entre la perspectiva estratégica del militar, el rigor académico del investigador y la elegancia literaria del escritor. Armonía en perfecta coherencia con su propia evolución personal: una juventud en el ejército, para devenir hoy en historiador y profesor universitario y, por si aún fuera poco, muy exitoso autor de novela histórica. Complementariedad esta que lleva a provocar el apasionamiento en quien lo lee. Debo confesar que, si no he leído este libro de un solo tirón es porque estoy en la edad provecta y padezco de vista cansada. Pero ganas de haber pasado toda una noche insomne y consagrada por completo al negro sobre blanco no me han faltado.
En suma, una obra imprescindible para el conocimiento y la comprensión de lo que nuestro gran Ángel Ganivet llamaba, en su 'Idearium Español', «el período hispano-visigótico» de la historia patria, y respecto a cuya transcendencia tanto insistía aquel sabio granadino. Idea que de alguna manera comparte el autor de Santa Fe que nos ocupa, al referirse en su libro, una y otra vez, al Reino Visigodo de Toledo, con el significativo, revelador y solemne sobrenombre de «la primera España».
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