Dedicó su vida a enseñar y a aprender y nos dejó una obra literaria con la que seguimos aprendiendo a ser feministas y comunistas, a conocer nuestra memoria, a rescatarla del olvido
ana moreno soriano
Sábado, 17 de octubre 2020, 23:09
Un día como hoy de hace diecisiete años moría en Barcelona Juana Doña, militante comunista y feminista con quien tanto aprendemos; una referencia obligada por sus profundas convicciones éticas y por su compromiso, político desde luego, pero también con la palabra y por eso, quiero ... dedicar mi particular homenaje a esta gran mujer en el Día de las Escritoras que se celebra, desde hace unos años, el lunes más cercano al quince de octubre, es decir, mañana. Juana Doña es una autodidacta que se erige con dignidad para exigir derechos, justicia e igualdad para las mujeres. Cuando salió de la cárcel en mil novecientos sesenta y uno, se fue a Francia y entró en contacto con el Movimiento Feminista; escribe dos libros que se publicarían después, Mujer, en mil novecientos setenta y siete y Desde la noche y la niebla (mujeres en las cárceles franquistas), en mil novecientos setenta y ocho; en mil novecientos noventa y dos publica 'Gente de abajo' (no me arrepiento de nada) y, en dos mil tres, 'Querido Eugenio', ambos con prólogos de su buen amigo Manuel Vázquez Montalbán. Habla del miedo y la represión en la postguerra; del feminismo como conciencia de género contra la explotación y la discriminación; de las presas en las cárceles franquistas, doblemente olvidadas por ser antifascistas y por ser mujeres; de amor y esperanza en una larga carta que escribe a su marido, Eugenio Mesón, fusilado junto a otros compañeros, en las tapias del cementerio del Éste de Madrid, en julio de mil novecientos cuarenta y uno. Yo diría que a Juana Doña le podemos aplicar las palabras de María Zambrano: «No se escribe ciertamente por necesidades literarias, sino por necesidad que la vida tiene de expresarse»; la vida se expresa a través de sus libros, de sus artículos en Mundo Obrero, de sus charlas y encuentros con mujeres… Y, desde luego, no solo la suya, sino la de quienes como ella vivieron y lucharon en los años terribles de la dictadura, mantuvieron sus ideas a pesar de la cárcel y el exilio, siguieron luchando para recuperar los derechos y libertades que les arrebató por la fuerza el golpe de Estado del general Franco y quisieron, porque es de justicia, sacar a la luz todos esas historias terribles y heroicas.
Juana Doña fue la última presa condenada a muerte por el Régimen franquista, pero Eva Perón, que visitó España en el año mil novecientos cuarenta y siete, intercedió por ella y le fue conmutada la pena por treinta años de cárcel. Televisión Española emitió, hace unos años, una serie de dos capítulos dirigida por Agustí Villaronga, titulada Carta a Eva. Magníficas las interpretaciones de todas las actrices que se meten en la piel de Eva Perón, Carmen Franco, Juana Doña, su hermana, su madre; maravilloso el papel del hijo, Alexis, escribiendo la carta al dictado de su abuela y su tía para tratar de salvar la vida de su madre; conmovedora hasta las lágrimas la última noche en la celda esperando la muerte, la despedida de su hermana, de su hijo, de su madre; valiente y digna su reacción cuando le comunican que le han conmutado la pena… y, como un soplo de esperanza y de ternura, las últimas imágenes, cuando Juana empieza a enseñar las primeras letras a las compañeras en la cárcel, en una improvisada mesa y con pocos lápices, ante la expectación de unas mujeres que seguramente no conocerían a Margarite Yourcenar, pero sabían algo que ella diría después: «Puedes ver el mundo que te rodea, devastado por locos peligrosos, o saber que tu honor es pisoteado en las cloacas de los espíritus más viles. Sólo se puede hacer una cosa en tales condiciones: aprender». Juana Doña, desde luego, dedicó su vida a enseñar y a aprender y nos dejó una obra literaria con la que seguimos aprendiendo a ser feministas y comunistas, a conocer nuestra memoria, a rescatarla del olvido.
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