Espiral

Mucho se habla de indulto, pero qué es eso en términos jurídicos, no taurinos (donde también se indulta al noble cornúpeta, no al cabestro). El indulto es la gracia excepcional por la cual se conmuta o remite la pena, total o parcialmente, a un reo concreto que se lo merece. Es una prerrogativa política del gobernante para con el delincuente que cambia su actitud forajida por una edificante.

Pero lo que ahora asoma con este favor integral a los líderes del 'procés' más parece amnistía encubierta que otra cosa, un perdón colectivo que la Constitución no admite; gracia que ellos, por cierto, no han pedido. Al hilo cabría preguntarse por qué se indultan reos que proclaman volver a las andadas. ¿Qué negocio inconfesable esconde indultar a quien lejos de reinserción promete reincidencia? ¿Qué justifica que Junqueras y sus secuaces sean acreedores de esta gracia?

Desde hace algún tiempo la justicia anda aporreada, magreada y rota. Y ahora suma a sus quebrantos la concesión gubernamental de unos indultos a los que los jueces se niegan con razones fundadas.

El debate sobre los indultos lo distorsiona el propio Sánchez en uno de esos alardes de ineptitud que acostumbra y, claro, el Gobierno asume el relato rocambolesco de que los indultos son el antídoto a la revancha y la venganza. ¿Qué opinará de ello la población reclusa? ¿Cómo se les explica a los 50 mil internos en cárceles españolas que están entre rejas por una sentencia revanchista?

Me pregunto si no hubiera sido más sensato preparar el terreno a indultos parciales argumentando que –quizá– con esa medida se neutraliza el victimismo patológico de los 'indepes', que así no tendrán pretexto para continuar en su espiral. Más cuenta traería explicar llanamente las ventajas del indulto parcial a estos delincuentes a quienes –como dije– les queda poco de trullo vía beneficios penitenciarios, eso sí, manteniendo íntegras las penas de inhabilitación para cargo público. De manera que salgan, pero no puedan meter mano en las instituciones. Siendo pragmáticos, y dado que a la sombra les resta casi nada, menos malo sería que estén fuera sin tocar pelo, que liberarlos sin más. Sueltos e inhabilitados, provocarían aún más cisma y contradicciones entre los propios separatistas, división que terminaría por despertar de la ensoñación al resto de sus partidarios.

Pero, claro, para este análisis el doctorcito tendría que pensar en España y no en su personal interés, dispuesto como está a ocupar la Moncloa 'saecula saeculorum' y al precio que sea.