Han cancelado la tractorada del próximo jueves. Se veía venir desde que las organizaciones agrarias se unieron a las protestas espontáneas de agricultores y ganaderos. Al intentar encauzarlas quebraron su llaneza. Los problemas del campo subsisten, pero el cansancio de los convocantes y las incomodidades ... provocadas entre la ciudadanía también han hecho mella. Sánchez y Planas sabían que esto acabaría así y han aguantado atrincherados en sus despachos, mientras barruntaban que el aburrimiento doblegaría a los labradores. A Pedro lo guía el lema del lojeño Narváez: «gobernar es resistir». Y sabemos que el todavía presidente escribió en su día –o, para ser más exactos, le escribieron– su 'Manual de resistencia'. Se supone que va de eso, de resistir. Digo «se supone» porque no lo he leído. En literatura de ficción soy muy pejiguero.
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Estábamos en lo de las tractoradas, toleradas primero y ninguneadas más tarde, que han provocado agotamiento y decepción entre quienes originaron los cortes de carreteras y autovías. Hasta aquí, la primera parte del drama. Veremos si ahora los convencen con algunos caramelos, fabricados en los despachos europeos, o si habrá una segunda parte más bronca y destemplada. Porque con las cosas de comer no se juega. En esto, los agricultores tienen cogida la sartén por el mango. Y lo que hay en la sartén, también.
Me extrañaba que nuestra eurodiputada Clara Aguilera, adscrita a las comisiones de Agricultura y Pesca de la Eurocámara, no hubiera opinado algo al respecto, pero por fin el viernes leí en la agencia Efe unas declaraciones suyas. Venía a decir que «se están parando las máquinas legislativas por las protestas de agricultores y ganaderos» y que, a su juicio, «Bruselas ha reaccionado con lentitud a la crisis». Afirmaba también que «los agricultores han conseguido que algo se mueva e incluso haya una luz de esperanza por dicha parada de la maquinaria reformadora comunitaria». Soy tan torpe que no consigo descifrar si esto de la maquinaria parada es bueno o malo, pero queda bonito. Por tanto, lo transcribo tal cual lo ha publicado Mercedes Salas, en 'Efe-agro'. Nuestra eurodiputada ilurquense recalca en esta entrevista que «la UE ni ha reaccionado rápido a las quejar del sector –esto sí lo entiendo–, ni ha sabido conseguir su complicidad, por ejemplo, para las medidas verdes».
En lo de las medidas verdes, me vuelvo a perder. Intuyo que va de recuperación de ecosistemas terrestres y marinos. De ser así, estaría refiriéndose al acuerdo entre el Gobierno y la Junta firmado a finales del pasado año para recuperar Doñana. Un acuerdo, por cierto, que nos costará a los contribuyentes ochocientos millones de euros, según Clara Aguilera. Eso ya es una 'pasta gansa'. No obstante, cuando se hizo público el pacto entre el presidente Juanma Moreno y la ministra Teresa Ribera se habló de mil cuatrocientos millones de euros. Esa cifra supone más 'pasta gansa' todavía. Estamos hablando de unas cantidades que, aparte de Puigdemont y su gente, sólo Koldo y sus compinches están acostumbrados a manejar. Dicho convenio dice también que se beneficiará con cien mil euros por hectárea a los agricultores que abandonen el cultivo de fresas. Como todavía creo en la libertad de expresión, he de decir que no me gusta ni un pelo dicho acuerdo y únicamente me queda esperar que se cumpla el proverbio de «Si quieres que un problema no se arregle, crea una comisión». A los alcaldes de Granada siempre les ha ido bien cuando lo han puesto en práctica.
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