Ecologistas de alta gama

Puerta Real ·
El mes viene con alta contaminación ambiental, calor sofocante y sobredosis de cabreo

Esteban de las Heras

Sábado, 15 de julio 2023, 22:26

En la noche del 28 al 29 de mayo, a Sánchez se le atragantó el resultado de las elecciones municipales y esa misma madrugada nos convocó para las generales del próximo domingo. Paciencia y barajar, que dijo el clásico. Así trasladó su personal cabreo al ... resto del personal sumiso, que se ha visto obligado a guardar largas colas para el farragoso trámite de votación por correo y salvar con este trámite sus merecidas vacaciones. Quienes no hemos optado por esta modalidad y queremos votar tendremos que desplazarnos –en coche, obviamente– desde el lugar de veraneo hasta el colegio electoral para cumplir con el deber ciudadano. Un viaje innecesario provocado por quienes se presentan como paladines del cambio climático. Manda huevos. Con este tipo de medidas, no se hacen muchos amigos. Así ha sido como julio, que se barruntaba tranquilo, con mucha carne al sol y mucho cuerpo embutido en los aviones, ha vuelto por donde solía y se presenta áspero y seco. Confiábamos en una canícula de siestas y galbana, de cenas con los amigos, de chistes repetidos y anécdotas casposas, mientras la cerveza va borrando las largas horas de la tarde eterna. No ha podido ser.

El mes viene con alta contaminación ambiental, calor sofocante y sobredosis de cabreo. Nos movemos entre el cambio climático y los caprichos políticos. No pasa día sin que algún agorero nos recuerde que el mundo se va al carajo debido al calentamiento global. Bien entendido que estos expertos en clima, cuando alcanzan un cierto prestigio, suelen viajar en avión para dar sus conferencias. Su tiempo es tan precioso que no pueden perderlo viniendo en tren, que apenas contamina. Su pastueño público le perdona esta incoherencia, guiado por el monumental cacao mental que nos invade. O porque «España y yo somos así, señora», como escribió Marquina. Tan es así que, pasado San Juan, la mayoría de estos charlistas y oyentes emprenden su viajecito –en avión, claro– a Grecia, a los fiordos noruegos o al Machu Picchu para verle los huevos al cóndor de los Andes. A su vuelta, estos últimos nos dan la paliza narrándonos el desastre que vieron al sobrevolar la Amazonía. Con acento desgarrador describen las talas masivas de árboles en el pulmón verde del planeta, mientras se ajustan el traje de neopreno para montarse en la moto acuática. No distinguen la menta de la hierbabuena, ni la cicuta del perejil, pero son capaces de amargarte el vermú con su cháchara de ecologista pelmazo. Podría parecer, por lo que llevo escrito, que el calentamiento global me la trae al pairo y no es eso. Lo que me encorajina es la hipocresía general que nos invade y de la que hacen gala nuestros 'barandas'. Estos días hemos visto a la ministra para la Transición Ecológica pasear en bicicleta por Valladolid como un guiño ante el cambio climático. Pedaleó –por cierto, sin casco– unos doscientos metros escoltada por dos coches oficiales de alta gama. El cachondeo ha llegado hasta Australia, donde la han puesto cual no digan dueñas. Penoso. ¿Qué tendrá la ciudad del Pisuerga, que también vivió hace unos meses un paseo similar de Sánchez, tras viajar hasta allí en el Falcon? Un poquito de por favor: a Valladolid hay que ir a beber vino de la Ribera y comer cordero.

Un último dato. El 26 de mayo se batió el récord de aviones volando al mismo tiempo: más de 22.000. Un total de 253.000 vuelos en un día. Si un avión emite 285 gramos de CO2 por pasajero y kilómetro y un tren 14, haga usted la cuenta. Me gustaría saber cómo resuelven este galimatías los palmeros que piden más vuelos a Granada y menos contaminación.