La memoria y la historia son una pareja mal avenida. Se necesitan entre ellas, pero no se ponen de acuerdo en casi nada. La memoria es voluble, subjetiva y, con frecuencia, mentirosa. Amante de la moda y las últimas tendencias, cada vez le cuesta más ... recordar el pasado. Abunda mucho la mala memoria. A la historia, sin embargo, le gusta hacer topless o mostrarse desnuda, aunque tenga la piel arrugada, llagas en el torso y la boca sin dientes. Amante de la luz, ilumina rincones oscuros, desvanes olvidados o bodegas en las que se decanta el vino de la verdad. Cuando ambas se juntan aparecen los claroscuros, las veladuras o el 'sfumato' e instauran una atmósfera nueva, irreal y atractiva, que emociona o hechiza. Crean esos nuevos mundos, nuevos paisajes o nuevas formas, que tanto gustan en estos tiempos líquidos, donde todo se cuestiona y todo se discute. Noticias, sucesos, pinturas, fotografías, novelas históricas, películas, música, todo está impregnado de esos contornos imprecisos, que contribuyen a difuminar la realidad, entre los pliegues del gusto particular de cada uno. Todo se presta a tantas interpretaciones y a tantas miradas que, cuando los críticos se disponen a abrevar en sus aguas, no resulta raro que cada uno encuentre sabores diferentes. Ese es el momento en el que los guardianes de la corrección política, los nuevos censores, deciden qué es lo correcto o lo incorrecto y, de inmediato, se desata la caza del librepensador que no acate este criterio. 'Memoria histórica' en estado puro.

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La historia nos dice que la presencia de la Guardia Civil ha sido una garantía de seguridad en los pueblos de España. Sin embargo, la penúltima trastada del ministro Marlaska ha sido anunciar el cierre de ocho cuarteles de la Benemérita en otras tantas localidades de la provincia de Granada. Su frágil memoria no ha tenido en cuenta el incremento de la inseguridad en lugares con una población cada vez más envejecida –que sólo dispone de un cayado para defenderse–, el aumento de robos de aceitunas y la proliferación de plantaciones de marihuana, entre otras minucias.

La historia dice también que la lucha contra el narcotráfico en el Estrecho estaba teniendo notables éxitos, pero el señor ministro decidió desmantelar la unidad OCON-Sur, dejando sin apenas medios a la Guardia Civil, con el resultado de los dos espantosos y brutales asesinatos que han conmocionado a toda España. Sánchez no pudo ese día centrarse en el asunto porque tenía en la agenda la campaña gallega y la gala de los Goya. Sí, sí, esa que se llama como el pintor que inmortalizó la pelea hispana a garrotazos. Le esperaban sus fans. Él era su 'icono'. La memoria y el recuerdo a los guardias muertos tuvo que esperar. Asimismo, la historia nos enseña que las ciudades dependen del campo para abastecerse de alimentos. La inmensa mayoría de los urbanitas, incluso los que sufren los cortes de carretera, comprende a quienes protestan, pero la flaca memoria ha anidado en el Gobierno, y el ministro de Agricultura, Luis Planas, está dándoles largas para ver si se aburren y desisten de su empeño.

La memoria flaquea hasta en cosas tan tontas como lo de Eurovisión. La historia dice y repite que los bodrios no triunfan es ese festival, pero los popes del asunto han decidido que la canción de este año sea 'Zorra'. El feminismo está mudo y a Pedro le gustan la música y la letra. Así que punto en boca.

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En fin, que hoy se vota en Galicia donde Feijóo, para no salirse del guion, ha vuelto a darse tontamente un tiro en el pie... y ya van dos. Froilán se disparó uno, pero sólo tenía 13 años. ¡Ay, la mala memoria!

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