Volvemos a la ciudad tras el verano con las alforjas repletas de nostalgia, para encontrarnos con la rutina y los amigos, esos jirones de rostros conocidos entre los que cada año se notan más ausencias. Volvemos para encarar el ritual de los saludos y hablar ... entre las cañas de cerveza de todo lo que ha dado de sí el verano, siempre caluroso y siempre repetido. Nos encontramos con la ciudad, que aspira a ser inteligente y que, tras la siesta de agosto, mantiene su perenne suciedad esperando la llegada de la lluvia. Hay buena voluntad en la alcaldía para remediar esta calamidad, pero con la sola intención no es suficiente. Hay que echarle agua, mucha agua y restregar la mugre. Si aspiramos a la capitalidad cultural, con más motivo todavía.
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Vayamos por partes, que no todo se reduce a la anhelada limpieza de aceras y fachadas. Antes que el agua han llegado las promesas. Entre ellas, las de Oscar Puente, de las que ya hablaremos. La clase política que, como nos tienen dicho, trabaja día y noche sin descanso, no ha parado un solo instante. Nuestros mandatarios 'peperos' han sacrificado parte de sus vacaciones buscando invenciones y patentes para traer inversiones para nuestro bienestar y desarrollo. Este verano han optado por la ruta de Marco Polo, de san Francisco Javier y de Pedro Cubero Sebastián, pero en avión. La alcaldesa de Granada y el presidente de la Junta han viajado al país del pangolín. ¿Quién podría adivinar hace cuatro años que China iba a convertirse en la meca de Occidente? Hasta que a principios de 2020 se desató la pandemia del covid, nuestras calles estaban llenas de chinos sonrientes que arrastraban maletas con ritmo uniforme, como las falanges macedónicas de Alejandro Magno.
Pero ocurrió que un menda se preparó una sopa con el mentado pangolín en el mercado de Wuhan y desató el pánico. Desaparecieron de nuestras calles los ciudadanos del gigante asiático y sólo quedaron entre nosotros los dueños de esas tiendas donde hay de todo y Sophia Yang, la actual presidenta del Granada CF. Ahora es China el país que más turistas recibe. Hasta allí viajó Marifrán en julio y consiguió «un acuerdo de colaboración con la ciudad de Chengdú a través de una nueva oficina de 'smart city' proyectada en el Centro Demostrador de Inteligencia Artificial». Disculpe el lector esta parrafada, porque la he copiado tal cual la vi escrita en la prensa, pero le aseguro que ni me enteré en su día de qué iba esto y sigo sin saberlo. De allí acaba de volver Juanma Moreno, que con su perenne sonrisa nos ha dicho que trae amarrados 2.500 millones de euros en inversiones industriales, si bien nuestra Granada no aparece entre las provincias que se verán beneficiadas con este puñado de millones.
Digo puñado de millones por decir algo, porque comparándolos con los 13.000 millones de euros que va a recibir Cataluña por obra y gracia de Sánchez para mantenerse en La Moncloa, se quedan en calderilla. El café para todos se ha acabado y a los que no vivimos en las provincias 'singulares' nos deja a pan y agua. Esto es obsceno y duele mucho, pero más impúdico y despiadado es que Marichús Montero intente tratarnos como niños necios y defienda su discurso con argumentos del Libro Gordo de Petete. Cuando se trata de dinero hasta el tonto del pueblo sabe contar. Y este gobierno ya ha dado muestras suficientes de que multiplicar los panes y los peces sólo sabe hacerlo subiendo los impuestos. Ahí sí que nos ha tocado la china.
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