En mi modesta opinión es un fracaso desde la perspectiva del humanismo, la espiritualidad y la religión. No porque no haya habido contactos entre los representantes de las distinta religiones a las que pertenecen los ciudadanos implicados en estos dos conflictos (religión cristiana en dos ... de sus diversas opciones en el caso del conflicto de Ucrania y Rusia. Musulmana, cristiana y judía en el caso del conflicto en oriente medio).
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Ni tampoco, porque no haya habido palabras desde las religiones pidiendo misericordia, paz y otras tantas actitudes humanitarias Sino porque no ha habido una palabra conjunta y concreta de los líderes de todas las religiones, cuyos creyentes están implicados en los conflictos citados, denunciando con su nombre todas las clarísimas violaciones del derecho internacional de guerra por todas las partes. Denunciando, también, la misma guerra como mecanismo deplorable para la solución de los conflictos. Y anunciando caminos concretos mínimos de solución del conflicto en base al derecho internacional. La moral y la ética política se retroalimentan pero si no toman posturas concretas, ambas se diluyen y se corrompen.
No bastan los preciosos documentos escritos. O bien antes de estas guerras, como el documento de Abu Dabi del emir y rector de la universidad del Cairo y el Papa Francisco. Ni el más actual de Francisco con un imán del Líbano en plena guerra. No bastan por muchos motivos. Primero, porque aquí me estoy refiriendo a los líderes de todas las religiones implicadas, no solo musulmanes y cristianos. ¿Dónde están los líderes religiosos judíos en algún tipo de declaraciones conjunta con musulmanes y cristianos en actual guerra de Oriente Medio? Pero, incluso en las declaraciones bilaterales conjuntas musulmanas y cristianas durante el conflicto actual, ¿dónde están las denuncias concretas y comunes de las flagrantes violaciones de derechos humanos cometidos tanto por Israel como por Hamás (que uno sean más numerosos o graves que otros no quita la inhumanidad de todo ellos). O, ¿dónde está la denuncia critica de cualquier llamada a la guerra en nombre la cualquier religión?
Desgraciadamente todavía las religiones y algunos o muchos de sus líderes más notorios (y detrás de ellos muchos creyentes) creen en guerras justas o guerras santas como calificó el patriarca de Moscú la guerra de Rusia y Ucrania. Tanto en Oriente Próximo como en Ucrania y Rusia, y en otros muchos contextos bélicos, el plegamiento de las religiones a los ejércitos y gobiernos de sus propios países es casi absoluto. Sin crítica alguna de relevancia.
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Al menos tengamos la decencia de pedir perdón en voz alta al mundo y, sobre todo a Dios, por esta falta de pensamiento y acción conjunta de las religiones para rechazar cualquier guerra como instrumento de solución de conflictos. Y también por la falta de denuncia conjunta ante cualquier violación de los derechos humanos y del derecho internacional de guerra en cualquier conflicto bélico y por cualquiera de las partes. ¿Qué autoridad moral podemos tener ante el mundo y que tranquilidad de conciencia ante Dios, por nuestra falta de pensamiento y acción común ante la barbarie?
De las cuatro dimensiones del diálogo interreligioso, la dimensión de la acción conjunta ante el sufrimiento humano es, a mi juicio, trascendental. Ni la teología conjunta, ni la oración conjunta, ni la convivencia conjunta pesan tanto, desde el punto de vista espiritual y ético, como la acción conjunta a favor de la paz y la justicia con gestos y contenido concretos.
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Y si criticamos la falta de democracia interna de las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad o la falta de una palabra democráticamente elegida y eficaz ante las guerras de esas instancias internacionales, critiquemos también, nosotros los 'creyentes', la falta de estructuras o redes interreligiosas universales que logren un pensamiento y acción conjunta sobre un rotundo 'no a la guerra'… a cualquiera. Y sobre la universalidad de las denuncias agiles de cualquier delito en ellas cometido por una u otra parte.
Como decía Saramago, hay muchas formas horribles de matar pero la más denigrante es matar en nombre de Dios o con una justificación teológica.
Dios, o nuestros dioses, de hecho no nos están uniendo a las religiones, o no lo logran, en un posicionamiento concreto a favor de una paz justa. Por el contrario, hoy por hoy, nuestros dioses nos separan y muchos, o no pocos de ellos, son presentados, explicita o implícitamente, como justificadores de matanzas e injustificables horrores que son bendecidos por la palabra o el silencio de algunos de los que llamamos dioses y de sus respectivos creyentes.
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Dicho en positivo: ¿no es el momento (pero ¡YA!) de un simposio público universal de las religiones o, al menos, de las tres más implicadas en las graves situación bélica de Oriente Próximo y Ucrania, y al más alto nivel , sobre el papel de las religiones ante los conflicto bélicos más graves de la actualidad? Creo que sí. Y más pronto que tarde. Si ha habidos algunos antes no han tenido conclusión y eficacia alguna en la línea de lo que acabo de exponer.
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