Parece que poco a poco se van dando las condiciones para regresar prácticamente a las costumbres de siempre, sin cortapisas; a nuestras tradiciones familiares y colectivas de todo tipo. Tradición es un término ambiguo, aunque consintamos en referirnos a él como aquellas pautas de convivencia ... que una comunidad considera dignas de constituirse y mantenerse de generación en generación. Las tradiciones son una parte integral de los usos y costumbres sociales y se mantienen para que sean aprendidas por las nuevas generaciones, como parte indispensable del legado cultural. La palabra tradición proviene de la raíz latina 'tradere', que significa 'entregar y transmitir'. Los seres humanos somos animales de costumbres, que vienen a ser una casa común, un refugio ante la intemperie. La repetición de una idea o de una conducta las convierte en un reflejo automático que se consolida en nuestro sistema de creencias o en nuestro modo de actuar. Las inveteradas costumbres representan nuestra identidad. Y a muchas las necesitamos para construirnos como individuos y como comunidad de acuerdo a unas concepciones de la vida que se adapten a incuestionables e inmarcesibles valores morales y éticos. Porque ya sabemos que hay prácticas perversas que se maquillan y perviven como tradiciones; haciendo un rápido ejercicio de memoria podemos evidenciar no pocas de ellas. Un ejemplo del fanatismo siniestro es la mutilación genital femenina.

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Cuando algo pervive a lo largo de un tiempo lo convertimos en permanente e inalterable y, hasta lo hacemos sagrado y eterno. Sin embargo, no hay más que mirar al pasado para comprobar que esta idea está equivocada. La historia nos demuestra cómo las tradiciones desaparecen o se reformulan para dar paso a otras nuevas. Podríamos poner muchos ejemplos de nuestro contexto. Muchas tradiciones nacieron siendo una cosa y evolucionaron para convertirse en otra. ¿Se deslegitimizan entonces? No, que sus contenidos cambien o se transformen no implica que la tradición se pierda. Se puede argumentar que al perder su significado original también pierde su sentido, pero entonces prácticamente ninguna tradición actual podría ser considerada como tal.

La gente que taxativamente dice que «las cosas son como son» o que «esto no se toca porque es una tradición de siglos» me da mucho miedo. Cuando no consideramos los argumentos, cuando se pierden los matices, siento un tufo demasiado espeso. Woody Allen dijo que «la tradición es la ilusión de la permanencia». Ilusión, porque la tradición cambia, por lo tanto no permanece, al menos no intacta. Es la consecuencia de la continua evolución de la sociedad: cambia la cultura, la sensibilidad, la moral, los valores y principios por los que se rige. Ninguna costumbre puede ser esclerótica y no se puede defender sólo porque sea una tradición. La tradición no se hereda, se conquista, dijo André Malraux. Y Carlos Fuentes señaló que para crear se debe ser consciente de las tradiciones, pero para mantener las tradiciones se debe crear algo nuevo. Nuestro costumbrismo es colosal, pero debe ser capaz de renovarse y actualizarse para mantener su valor y utilidad. Esto quiere decir que una tradición puede adquirir nuevas expresiones sin perder su esencia. Pero estamos hablando de algo que es inherente a nuestra condición humana. Por eso, como escribió Eugenio D´Ors: «todo lo que no es tradición es plagio».

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