La Facultad de Teología de Granada, cuyos antecedentes son el Colegio de San Pablo, erigido en 1554 por los jesuitas, y el Colegio-Noviciado y Colegio Máximo, levantados desde 1891 en la finca de la antigua Cartuja, se convirtió en septiembre de 2020, 81 años ... después de su creación, en un centro propio de la Universidad Loyola de Andalucía, primera entidad universitaria privada de iniciativa social existente al sur de España. Tras una intensa vida académica, la integración de este centro en dicha Universidad, como Facultad de Teología de la misma con sede en Granada, constituye un dato relevante a considerar tanto desde el mundo universitario local y nacional como desde la vida social y cultural granadina y andaluza.
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A pesar de que la Teología y el análisis del hecho religioso fueron y continúan siendo área de conocimiento ordinaria en grandes universidades de Occidente (Harvard, Oxford, Cambridge, Yale, Durham, Tübingen, entre otras), la universidades públicas españolas suprimieron sus facultades de Teología en 1868, tras diversos intentos previos de exclusión y recuperación desarrollados desde 1852. Tal hecho, cuyo análisis excede este artículo, ha marcado nuestro panorama intelectual y académico conformado por múltiples vectores de orden ideológico y político, catalizados frecuentemente por prejuicios e intereses ajenos al saber científico y a su rigor metodológico.
El resultado final de tal proceso ha sido, según González de Cardedal, decepcionante desde el momento en que «la universidad estatal ha crecido […] sin contacto institucional con la teología y la teología […] sin contacto con las universidades públicas»; a pesar de haberse ensayado, también en Granada, numerosos intentos de comunicación. La explicación de tan escasos logros en la apertura de tales procesos de conexión y la recuperación de dichos estudios en el ámbito civil se explica a nuestro juicio por dos razones: la pervivencia de anacrónicos prejuicios epistemológicos que niegan legitimidad al saber teológico y la voluntad de poder ejercida desde ámbitos estatales y eclesiales sobre el control de la Teología.
Como señaló en 2016 Miguel A. Pena en su estudio sobre la Universidad Pontificia de Salamanca, la inicial supresión de las facultades de Teología en 1852 satisfizo a todos. En primer lugar, al Gobierno, que, al tiempo que pactaba la medida con el sector ideológico más radicalizado, reducía gastos suprimiendo unas facultades deficitarias de alumnado, dado que gran parte de sus estudiantes había pasado a los seminarios diocesanos, desapareciendo en la práctica los estudiantes seglares de las mismas. Por su parte, la jerarquía católica también apoyó una medida que le facilitaba el control de tales estudios y la formación de candidatos al clero diocesano y religioso sin interferencias civiles, tal como se había pactado en el Concordato establecido entre la Santa Sede y España en 1851. Sin embargo no toda la clase política aceptó tal situación, como revela el decreto gubernamental de 1854 que reabría las facultades estatales de Teología tras valorar su supresión como un «grave detrimento de la Instrucción Pública».
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En un contexto histórico diferente al del siglo XIX, la Facultad de Teología de Granada ha sufrido también esta voluntad de poder desde su creación en 1939 como realidad cuyo examen desborda este trabajo. No obstante, y más allá de tal problemática, lo que realmente importa a la hora de valorar hoy día la realidad de este centro universitario, casi centenario, es el reconocimiento de sus frutos más significativos. Destacan entre todos ellos un profesorado solvente; miles de egresados –cientos de sacerdotes y religiosos/as, 24 obispos, 1 cardenal, numerosos superiores/as de congregaciones religiosas, profesores universitarios y decenas de laicos titulados en Ciencias Religiosas o Teología–; y su condición de Alma Mater de una primera generación de mujeres graduadas en Teología.
Junto a las personas, otros frutos de tan frondoso árbol han sido también la sólida producción científica de sus departamentos, grupos de investigación y cátedras, difundida en reconocidas publicaciones, su gran biblioteca y los acuerdos de colaboración alcanzados con otros centros universitarios, incluida la UGR. Asimismo constituye una valiosa realidad, su voluntad de proyección hacia el futuro concretada en dos compromisos: el deseo de realizar una Teología a la altura del tiempo actual, desde un talante de diálogo abierto, sin ignorar las diversas sensibilidades hoy existentes; y la apuesta por desarrollar una propuesta de encuentro sincero entre Cristianismo e Islam que justifica el contexto histórico de Granada y el enclave geográfico de la Facultad, la más meridional de Europa y en contacto con la frontera natural del Norte de África.
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