Fallos pedagógicos actuales
Puerta Real ·
Los jóvenes no fracasan por falta de capacidad, sino por falta de esfuerzo y de confianza en sí mismosjuan santaella
Miércoles, 29 de julio 2020, 22:32
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Puerta Real ·
Los jóvenes no fracasan por falta de capacidad, sino por falta de esfuerzo y de confianza en sí mismosjuan santaella
Miércoles, 29 de julio 2020, 22:32
Según el informe PISA último (diciembre de 2019), los estudiantes españoles de 15 años retrocedieron 4,5 puntos en matemáticas; 9,5 en ciencias; y en comprensión lectora se aplazaron los datos, tras detectarse múltiples anomalías de alumnos de varias Comunidades Autónomas, en las pruebas ... realizadas en 2018. Aunque la situación socioeconómica de las familias es determinante en este fracaso, hay ciertos fallos pedagógicos que deberíamos corregir.
El error pedagógico más grave ha sido eliminar el principio de autoridad tanto en la familia como en la escuela, fallo que, según Anna Harendt, no es tanto por la falta de responsabilidad de los alumnos cuanto por la dejadez de los mayores, que consideramos más cómodo ser 'amiguetes' de ellos que ser padre o maestro, por la exigencia ética y moral que eso conlleva. El 'amiguete' no tiene apenas obligaciones con el instruido, en tanto que el padre y el maestro auténticos están expuestos, permanentemente, al juicio del joven, y han de ser coherentes con las exigencias que ellos tienen con el educando, pues éste los ve como un modelo a imitar.
Otro error existente en nuestra sociedad y en la educación actual está relacionado con las formas de comportamiento: como ser educado, saludar correctamente y ser agradable con los demás se ve como algo trasnochado, lo hemos sustituido por la mala educación. Hoy, en muchos centros educativos y de trabajo, o incluso dentro de la familia, hay gente que no saluda. Y a los niños hay que enseñarlos a saludar, a ser amables, a colaborar en la vida familiar y social, a esforzarse en el estudio; y, también, hay que decirles muchas veces 'no', lo cual resulta difícil. De nuestras negativas, en momentos cruciales, depende muchas veces el futuro de nuestros hijos.
Un tercer error muy extendido es la falta de exigencia de padres y maestros respecto a los educandos. Se les pretende hacer la vida agradable y no se les obliga a casi nada. Así, la relación se hace mucho más llevadera, y se evitan los conflictos, pero eso es una barbaridad pedagógica. Todo educador formado sabe que no puede eliminar el principio de realidad del que hablaba Freud: toda persona tiene que aprender a resolver sus conflictos. Si no se hace así, estaremos criando niños maleducados y caprichosos, con baja tolerancia a la frustración y al esfuerzo, porque esperan que otros les resuelvan sus problemas.
Por último, para que los jóvenes confíen en ellos, es necesario que los educadores crean, previamente, en las posibilidades del educando. ¡Cuántos jóvenes superaron su abulia escolar y su falta de rendimiento, cuando se cruzó en su camino un profesor que confió en ellos y les dio alas! Los mayores nunca debemos permitir que los jóvenes achaquen su fracaso escolar a falta de capacidad, pues, casi siempre es debido a falta de medios, de dedicación y esfuerzo, o por carecer de autoestima.
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