Falta respeto en la clase política
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Muchos líderes actuales basan su acción política en desprestigiar y destruir al adversario, utilizando la manipulación, la tergiversación y la mentiraSecciones
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Muchos líderes actuales basan su acción política en desprestigiar y destruir al adversario, utilizando la manipulación, la tergiversación y la mentiraCuando envío esta columna a IDEAL, acaba de terminar la primera sesión de investidura en la que el candidato ha obtenido 124 síes, 170 votos negativos y 52 abstenciones. De esta jornada, destacan: el enfrentamiento entre Sánchez e Iglesias, aunque, una vez declinó éste su ... afán de gobernar, es posible el acuerdo; y el duro lenguaje empleado por ciertos líderes políticos. Frente a la moderación de Casado, el látigo de la derecha se lo han repartido, con enorme virulencia, Rivera -ha hablado de un «plan Sánchez y de su banda»-, y Abascal. El resultado de la votación de hoy jueves lo analizaremos más adelante, hoy quiero fijarme en la falta de respeto que la clase política se tiene.
Fernando de los Ríos, en las Cortes Constituyentes de la II República, al abordar la cuestión de la laicidad del Estado, afirmaba que España precisaba la revolución del respeto. Hoy, en nuestra sociedad, tan compleja y diversa, el respeto sigue siendo la clave de bóveda necesaria para poder convivir. La democracia se basa en el respeto, y respetar es reconocer al otro, distinto a mí, pero de igual dignidad.
Hoy en día, esa falta de respeto, sobre todo, entre la clase política, es escandalosa. En un tiempo en el que los consensos son tan necesarios, casi nadie pacta con el otro, pues el diálogo se ha hecho sinónimo de entreguismo y debilidad. La política se ha degradado de tal manera que los argumentos no son necesarios; en su lugar, se utiliza la descalificación del adversario. Para Miquel Roca, «la crispación -tan presente hoy- es la forma más soportable de guerra, pero es una guerra. Las descalificaciones actuales y la crispación obedecen a una carencia absoluta de argumentos.
Muchos líderes actuales entienden que el ejercicio de la política consiste en destruir, desprestigiar y eliminar al adversario, utilizando la manipulación, la tergiversación, y la mentira. De esta manera, el acuerdo es inviable. Si desprecio y aniquilo al otro, es muy difícil acordar con él. Hoy, en nuestro Parlamento Nacional y fuera de él, no es raro escuchar todo tipo de descalificaciones: golpistas, terroristas, chavistas, enemigos de la patria, fascistas, trifachito... Arrimadas dice que «la genealogía del pensamiento socialista es un entramado de resentimiento y crimen». Es decir, un lenguaje frentista que deteriora las instituciones, genera enfrentamiento social y desprestigia la política. Ahora mismo, según la última encuesta del CIS, los políticos y la política es el segundo problema de los españoles (31,25%), después del paro (36%).
Carmena, exalcaldesa de Madrid, en una conferencia reciente en Barcelona, junto a Ada Colau, cuando se le citó al alcalde actual de Madrid como «carapolla», por parte de una periodista, se enfadó: «Me parece muy mal que te hayas metido públicamente con el alcalde Martínez, porque es el alcalde de Madrid. Es necesario que haya respeto a las instituciones. Me aparto y te voy a dar un coscorrón». La misma Carmena, en su discurso de despedida del Ayuntamiento de Madrid, reflexionó sobre la relación entre respeto y democracia: «Hay que cuidar la democracia, porque nos costó mucho lograrla... Al igual que cuidamos afectos, amistades o familia, hay que cuidar a las instituciones... No podemos seguir insultándonos ni injuriándonos, o diciendo mentiras para llegar al poder... Hay que respetar no solo a los nuestros sino a los que han sido elegidos sin ser nuestros». Respeto, eso es la democracia. Y nuestros líderes, sin enterarse.
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