Malabarismos conceptuales
Sorpresa: con respecto a los aranceles, Sánchez y Feijóo están en total sintonía
Felipe Benítez Reyes
Viernes, 4 de abril 2025, 23:09
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Felipe Benítez Reyes
Viernes, 4 de abril 2025, 23:09
El cráneo de un humano adulto está formado por huesos de gran dureza. No son irrompibles, claro está, pero sí difíciles de romper. El de ... los carneros, pongamos por caso, es mucho más duro que el nuestro, pero solo les sirve para darse topadas frontales entre ellos, algo que los humanos, cuando nos metemos en discusiones, solemos hacer más con la palabra que con la testuz. Gracias a esa dureza ósea, la cabeza no nos estalla cuando oímos cosas conceptualmente explosivas. Por ejemplo, no sé, que, ante la condena a Marine Le Pen por malversación, el Kremlin alce su voz indignada por lo que interpreta como un nuevo atentado europeo contra los principios democráticos, de los que los gobernantes rusos son expertos teóricos y devotos practicantes, o que la propia condenada considere la sentencia como «una bomba nuclear» lanzada contra ella por el Sistema, ese ente abstracto que sistemáticamente pretende neutralizar a los líderes del Antisistema. Más cercano a nosotros que el Kremlin, el búnker de Vox entiende la sentencia condenatoria a Le Pen como un ataque a los partidos patrióticos europeos que no quieren ser europeos, por lo que Europa tiene de cárcel para los entusiasmos ultranacionalistas y autocráticos.
Pero la vida es dura: tras el engorroso asunto de la francesa convicta, de ilustre pedigrí político, a los severos y moralizantes cruzados de Vox se les presentó la papeleta de tener que emitir un juicio de valor –así fuese con la boca pequeña– sobre la política arancelaria de Trump, y ahí ya tuvieron que recurrir a los malabares: la culpa de la implantación de aranceles no es de Trump, sino del presidente Sánchez y de la Unión Europea en bloque. Lo mismo podrían haber argumentado que Trump –al que, según él mismo, Dios en persona ha llevado a la Casa Blanca para que enderece espiritual y económicamente el mundo– no ha tenido más remedio que iniciar una guerra comercial por culpa de la estructura autonómica del Estado español o porque en Europa la gente va poco a misa. Comoquiera que el disparate tiene un límite incluso en política, han tenido que matizar un poco. No mucho, apenas un poco. Lo suficiente para que el gran capo acaricie el lomo al aguerrido Abascal cuando se reencuentren en alguno de esos aquelarres ultra en los que no perdemos la esperanza de que el presidente norteamericano se marque un baile mientras su homólogo argentino entona una bonita canción.
En medio de todo esto, una sorpresa: con respecto al asunto de los aranceles, Sánchez y Feijoó están en total sintonía. Casi palabra por palabra. No creo que sea el principio de una gran amistad, pero algo es algo.
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