La feria de las sorpresas
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Puerta Real ·
El nuevo alcalde ha salido de ese juego de pactos en los que a los votantes solo nos toca dar cobijo al asombroEl único que no mostró ni pizca de inquietud, nerviosismo o sorpresa ayer mientras se llevaba a cabo la elección de alcalde de Granada fue el inquilino del sarcófago de plomo encontrado en los sótanos de la antigua CajaGranada en Villamena. Ni protestó días pasados ... porque le cambiaran de sitio, ni ha dado muestras de querer salir de su ataúd para ir al ferial. Creo que no sabe que dentro de poco van a interrumpir su sueño -que venía siendo eterno- para hurgar entre sus restos y despojarlo de lo que sus deudos colocaron junto al cadáver. A este abuelo romano que le ha salido a Granada le van a hacer un examen exhaustivo desde el dedo gordo del pie hasta la muela del juicio, le van a sacar el 'adeene', le van a examinar los restos de la túnica que le pusieron para hacer el viaje, le mirarán a ver si lleva en la boca la moneda para pagar a Caronte el viaje para atravesar la laguna Estigia, o para comprobar si era ya cristiano y junto a él aparece algún vestigio o resto de su piedad. Su lengua seguirá muda para toda la eternidad, pero van a hacer que hable y nos cuente como era su vida y a qué se dedicaba cuando era todavía un habitante de este mundo. Aunque podría ocurrir que en el sarcófago no haya restos humanos, sino un rico tesoro de monedas y otros objetos de valor. Esa desatará la imaginación y reverdecerán las leyendas de tesoros escondidos, que en este caso no serán moros sino romanos. Sea lo que sea, lo cierto es que la memoria de la Granada romana cada día toma más cuerpo, más importancia, porque no pasa un año sin que nuevos vestigios -en el Albaicín, en el Zaidín, en Los Mondragones- salgan a la luz para mostrarnos y demostrarnos que la Granada anterior a la época islámica tuvo una notable importancia, mucha más de la que hasta ahora se venía reconociendo. En fin, que cuando pase el Corpus y se hayan bailado en las casetas las tediosas sevillanas del adiós, podremos volver a hablar de este nuevo antepasado que dormitaba en Villamena.
Pero eso será dentro de una semana. Ahora estamos en feria. Comenzó anoche con el encendido de las luces y con el estreno de alcalde y de portada en el recinto de Almanjáyar. Digo que estamos en feria al referirme a las fiestas del Corpus, porque en feria, lo que se dice en feria, llevamos una pila de tiempo. Ya ni me acuerdo de cuando la vida era algo más o menos habitual, normal, previsible y tranquila. Hablo de cuando había estándares para valorar los tiempos y los modos, la ética y los gatuperios, el teatro y las astracanadas, las labores diarias y el necesario asueto, el tiempo de vivir y el tiempo de morir. Ahora, sin embargo, estamos metidos de hoz y coz en un batiburrillo en el que casi nada es lo que parece. Y no me refiero a la actualidad política, que ha caminado por los derroteros siempre sorprendentes y siempre previsibles a los que nos tienen acostumbrados desde hace muchos años; de hecho, el nuevo alcalde ha salido de este juego de pactos, en los que a los votantes solo nos toca dar cobijo a la sorpresa. Me estoy refiriendo a esa difusa pero persistente sensación de impunidad que nos rodea, en la que los tontos de diploma y los jetas con carné de chulos disfrutan de una total libertad, en tanto que el resto de la ciudadanía se siente asfixiada por estos 'outsiders' que viven en la periferia de las normas sociales y solo aportan problemas para la convivencia. Uno espera que en cuanto se salga del actual 'impasse' podamos comprobar que no todo consiste en que Hacienda nos estruje los bolsillos, sino que también vamos a recibir las merecidas prestaciones que nos faciliten la diaria convivencia. Diría que casi casi me conformo con que el nuevo gobierno municipal ponga en marcha las medidas necesarias para acabar con la plaga de los grafiteros que tienen embadurnadas prácticamente todas las paredes del Albaicín y una buena parte de las calles y monumentos de Granada. Una vez que se acabe el 'big bang' de las ferias -la que se inauguró anoche y la que llevamos meses viviendo-, esperamos que el nuevo ayuntamiento se ponga a la tarea, que tiene mucha, pero que mucha tela por cortar.
Y por lo que respecta al país, uno espera que la sensatez vuelva a tomar asiento en las cabezas pensantes y que entremos en una etapa que uno quiere suponer más tranquila, con un cierto equilibrio mental necesario para ir tirando. Una etapa en la que, por ejemplo, desaparezca la doble vara de medir según sea la persona tallada; una etapa en la que los que defrauden al fisco paguen y cumplan su condena sean personas anónimas o futbolistas famosos; una etapa, en fin, en la que se ponga mucho esfuerzo para salvar a un gato caído en una alcantarilla o a un ternero con movilidad reducida -como hemos visto estos días-, pero se ponga mucho más ahínco en facilitar todos los apoyos necesarios a las mujeres que tienen dificultades para llevar a término su maternidad o en asegurar una vida digna a los pensionistas, sin anunciarles un viernes sí y otro también que la Seguridad Social está en quiebra y añadirles, como amargo postre, que corren también peligro esos viajes del Imserso que les venían proporcionando unos días de asueto en las playas del Mediterráneo, antes de que aparecieran el mosquito tigre y la abeja asesina.
Estrenamos nueva corporación municipal y estrenamos feria. Nos vamos de rebujitos mientras los nuevos ediles toman tierray nos informan de sus planes para que Granada avance.
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