Enrique Larreta
Fernando de Villena
De la Academia de Buenas Letras de Granada
Miércoles, 21 de agosto 2024, 22:38
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Fernando de Villena
De la Academia de Buenas Letras de Granada
Miércoles, 21 de agosto 2024, 22:38
Las letras hispánicas también tuvieron su Stefan Zweig. Si éste describió en 'El mundo de ayer' la fascinante sociedad vienesa hasta los años previos a la segunda guerra mundial, el argentino Enrique Larreta, otro exquisito, supo recrear de manera extraordinaria la atmósfera que precedió a ... la guerra del catorce en el París de Rostand, D'Annunzio, Proust y de esa nobleza culta y extravagante que el autor de 'En busca del tiempo perdido' retrató bajo el nombre de Guermantes. Hablo de la obrita 'Tiempos iluminados', unas memorias que alcanzan sólo hasta ese inicio de la primera gran guerra.
Larreta, que había iniciado su trayectoria literaria dentro del Modernismo, vivió, sin embargo, muchos más años, hasta 1961, y pudo, pero no lo hizo, haber proseguido con su bella prosa ofreciéndonos sus interesantes recuerdos. Mas sería injusto quejarse. España le debe una de las mejores novelas históricas sobre su siglo de Oro: 'La gloria de don Ramiro' (que abre paso a escritores como Mujica Láinez) y a Granada en concreto le dedicó la primera parte ('La torre de las Damas') de su novela 'Gerardo' (1953).
Logra Larreta en esta obra atrapar la magia de nuestra ciudad en ese momento en el que su belleza aún se mantenía intacta, antes del desastre urbanístico. Además, el título (sólo el título) de otra de sus obras, 'Zogoibi', el desventurado, se inspira en Boabdil, a quien nombraron de este modo tras su destierro.
Gutiérrez Padial me comentó que Manuel de Falla quiso ponerle música a 'La gloria de don Ramiro', pero el narrador se negó, ajeno a la valía del músico.
Cultivó Larreta, además de la novela, la poesía, con influencias tanto de los españoles de los siglos XVI y XVII como de los parnasianos y simbolistas franceses. Fue un dramaturgo de éxito, aunque hoy apenas se lo recuerde, sobre todo en una nación como la nuestra, tan propensa a los olvidos y a acoger todas las novedades ruidosas. Por su nacimiento en una familia encumbrada y por su condición de diplomático, se convirtió en uno de los últimos dandis de la literatura y en un ejemplo de esos autores (Palma, Valle Arizpe, Lugones…) que supieron compaginar su admiración por la cultura europea con un intenso amor a su América natal. La tarde gris en la que visité su tumba en el impresionante cementerio de la Recoleta no encontré en ella ni una sola flor.
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