Ha costado decir adiós a los fastos de la OTAN en Madrid. Lástima que acabara el oropel de estos días, el artificio, las flores efímeras y las sonrisas de cartón piedra. Al margen de lo logrado, era una delicia ver reunidos a casi todos los ... frikis que desgobiernan el planeta (excepción hecha de Putin y los demás de su cuerda), tan ufanos, tan encantados de haberse conocido, contándose entre sobeteos y apretones de manos las tretas empleadas hasta trepar al poder.
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Es lo que tiene la erótica del poder, que tocas pelo, y una vez lo catas te conviertes en adicto. (Escribo catas del verbo transitivo catar, de probar algo con el paladar; no de Catar, el emirato sito al este de la península arábiga, país petrolero con enormes reservas de gas, del que –dicho de paso- ahora tanto escasea, país con la mayor renta per cápita del mundo, y que –casualidades de la vida- será el organizador del Mundial de Fútbol 2022).
A lo que iba. Ya lo señaló un auténtico estratega, alguien que aún vive y pronto cumplirá cien añitos, el sapiente que quisieran tener en nómina los que hoy mandan. Decía Henry Kissinger que 'el poder es el mayor afrodisiaco'. Y a ello apostillo que la erótica del poder empuja al ser humano, al menos, en dos direcciones: Una la padece personalmente quien es presa directa de dicha erótica, de modo que el adicto muda en trepa y se obliga a escalar sea cual sea el precio y sin importar el acierto en las decisiones (eso es lo de menos), de lo que se trata es de pillar poltrona, y esto puede más que el sexo y que el dinero, que, aunque van en el lote y también tienen su erótica, no son el objetivo principal, sino la añadidura, pues lo que de verdad anhela el adicto al poder es decidir sobre vidas y haciendas, organizar una cumbre internacional y contar a los invitados que fue él quien pintó las Meninas, y que lo de Velázquez fue ponerles el marco. La segunda dirección que refería, atañe a los terceros que contactan con el poder. En este otro caso la erótica del poder obliga a su presa a ansiar vínculos con quien detenta el poder; es su titular quien ahora se convierte en el objeto del deseo de los demás congéneres, por más que el tipo tenga un físico opinable, (no así nuestro doctorcito, más conocido en círculos atlantistas como 'Beautiful Peter').
Sobre estos extremos hemos asistido en Madrid a un máster. Un ejemplo lo del Prado. Salvo el friki británico, que sí dio una vueltecilla por la pinacoteca española, más que nada sustituyendo el rostro de los cuadros por su propia jeta, los demás se limitaron al compadreo y cuchicheo propio de un sarao de amigachos. Era de ver al director del Museo dando paseos entre los gerifaltes ofreciendo su conocimiento del arte que los rodeaba, pero al que nadie preguntó ni la hora. En fin, la erótica del poder existe y está bien localizada en lo peorcito de cada casa, y hoy más que nunca sigue siendo una mina para estudiar el comportamiento humano.
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