Se cumplen ahora 40 años de la publicación de la Bula 'Inter Sanctos' mediante la cual el Papa Juan Pablo II declaraba el 29 de noviembre de 1979 a San Francisco de Asís patrono de los ecologistas. Respondía así a una llamativa sugerencia hecha en ... 1967 por el historiador norteamericano L. White Jr. en su debatido artículo sobre 'Las raíces históricas de nuestra crisis ecológica' en el que consideraba que «el cristianismo es la religión más antropocéntrica que ha existido jamás en el mundo… porque es voluntad de Dios que el hombre explote la naturaleza para sus propios fines». Otros autores, como R. Meads, L. W. Moncrief, C. Amery, y D. Meadows, también han defendido la existencia de una clara oposición entre el judeo-cristianismo y la naturaleza. Sin embargo, el mismo White destacaba en el mencionado artículo lo siguiente: «El mayor revolucionario espiritual de la historia de Occidente, San Francisco, propuso lo que a su juicio era una visión cristiana alternativa de la naturaleza y su relación con el hombre: intentó sustituir la idea de la autoridad humana sin límites sobre la creación por la idea de la igualdad entre todas las criaturas, incluyendo el hombre».
La importancia que la cultura cristiana ha dado durante mucho tiempo al antropocentrismo ha originado una cierta polémica entre Biblia y ecología. Como es sabido, los capítulos primeros del Génesis contienen dos relatos de la creación. En el primer relato (Gn 1,1-2,4a) parece que se le da al hombre un dominio absoluto sobre las criaturas, si bien una lectura más contextualizada puede significar que se le encarga la tarea de controlar todo lo que vaya en contra de la creación. En el segundo relato (Gn. 2,4b-3,24) se intenta destacar no la creación del mundo sino la del hombre, señalando que «tomó Dios al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara», dando a entender que el hombre es el rey de la creación, pero para que la presida y la use, no para que abuse de ella.
Frente a una interpretación incorrecta que se ha querido hacer de los relatos bíblicos, en su encíclica ecológica Laudato Si', el Papa Francisco señala que «se ha dicho que desde el relato del Génesis que invita a 'dominar' la tierra (Cf. Gn 1,28), se favorecería la explotación salvaje de la naturaleza presentando una imagen del ser humano como dominante y destructivo. Esta no es la correcta interpretación de la Biblia como la entiende la Iglesia» (LS, 67).
Por otra parte, diversas personalidades dentro y fuera de la Iglesia Católica han destacado que el ejemplo de San Francisco debe ser imitado ya que se trata del principal miembro de esta institución que, desde antiguo, ha pretendido ayudar a salvar la Tierra y toda la creación. El mismo Papa Francisco, en su mencionada encíclica ecológica menciona: «Creo que Francisco es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral» (LS, 10). Así se ha recogido también en el reciente Sínodo para la Amazonía: «La escucha del clamor de la tierra y el grito de los pobres y de los pueblos de la Amazonía con los que caminamos nos llama a una verdadera conversión integral, con una vida simple y sobria, todo ello alimentado por una espiritualidad mística al estilo de San Francisco de Asís, ejemplo de conversión integral vivida con alegría y gozo cristiano» (Documento Final, nº 17).
¿Cómo relacionar el pensamiento del santo de Asís en el siglo XIII con el moderno concepto de ecología? El término ecología fue acuñado en 1866 por el filósofo y naturalista alemán E. Haeckel a partir de las palabras griegas 'oikos' (casa, vivienda) y 'logos' (estudio, tratado), considerándola como la ciencia que estudia las relaciones de los seres vivos con su ambiente. Pues bien, todas las biografías más antiguas de Francisco coinciden en destacar la estrecha unión fraternal que establecía con todas las personas y con todas las cosas. Pero esta fraternidad la amplió Francisco a todo el cosmos, a toda la creación. El 'Cántico de las Criaturas' es la representación más clara de esa espiritualidad, al poner de manifiesto una profunda reconciliación entre el hombre y la naturaleza, entre el universo y Dios. Francisco no fue un científico. Él no propuso teorías sobre el mundo, sino que vivió la utopía de un mundo mejor. Para él, la fraternidad cósmica se basa en que toda la creación forma parte de un único proyecto del amor gratuito de Dios.
Como muy bien ha escrito L. Boff, Francisco de Asís «vivió una relación nueva con la naturaleza tan conmovedora que se transformó en un arquetipo de la cuestión ecológica para la conciencia colectiva de la humanidad». Para Francisco, cada miembro de la creación tiene una dignidad propia y un valor independiente del que el hombre le pueda dar. De aquí que el hombre tenga que respetar toda la creación. Por eso, la experiencia de fraternidad cósmica que vivió Francisco continúa teniendo hoy día toda su vigencia, pudiendo ser considerada como un ejemplo para la mentalidad ecológica actual.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.