La nueva Ley del Medicamento
Se anuncia que las enfermeras y los fisioterapeutas van a poder prescribir determinados fármacos y que ello va aliviar la presión asistencial
Francisco Cano Bueso
Miércoles, 16 de abril 2025, 00:01
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Francisco Cano Bueso
Miércoles, 16 de abril 2025, 00:01
L nueva Ley del Medicamento que está anunciando la ministra de Sanidad contiene, en mi opinión, algunos errores, difícilmente justificables e incomprensibles para el colectivo ... médico que de aplicarse, además, pueden producir un peligroso deterioro de la calidad de la asistencia sanitaria y sobre los que es menester reflexionar y finalmente rechazar.
Se anuncia que las enfermeras y los fisioterapeutas van a poder prescribir determinados fármacos y que ello va aliviar la presión asistencial que desde hace ya décadas progresivamente va sufriendo el sistema sanitario público español y que ya ha alcanzado también a la red asistencial privada.
¿Cuál es el origen de ese incremento de la presión asistencial? Pienso que sus causas son fácilmente entendibles: el envejecimiento de la población y consecuentemente el aumento de la morbilidad, acentuado por la baja tasa de natalidad en España.
Un aumento incesante de la población inmigrante –España cuenta ya con unos 48 millones de habitantes– que también demandan asistencia sanitaria.
La, a mi juicio, correcta estrategia de reorientar la acción sanitaria a la prevención de la enfermedad y al desarrollo de programas de cribado de amplias capas de población que basados en las nuevas tecnologías buscan la detección precoz de determinadas enfermedades pero que incrementan también de forma considerable el trabajo asistencial.
Los recortes en los recursos personales y económicos asignados a los subsistemas sanitarios transferidos a las comunidades autónomas sin que se haya producido por parte del gobierno una actualización de sistema de financiación de las mismas, provoca un mayor esfuerzo del personal, lo que unido a los bajos sueldos de los sanitarios han producido una fuga de buenos profesionales hacia otros países donde las condiciones laborales son mucho más favorables.
La falta de previsión por parte del Consejo Nacional de Especialidades en Ciencias de la Salud, órgano adscrito al Ministerio de Sanidad, ha provocado grandes déficit de plazas MIR en determinadas especialidades médicas con las consecuencias que ello ha producido.
Y una vez expuesto lo anterior, dudo si la nueva ley lo que se pretende en el fondo es disminuir la fuerza y el poder del colectivo médico, lo cual es imposible ya que éste dimana, como el de los políticos, del pueblo –los enfermos– basado en la confianza que los pacientes depositan en dichos profesionales.
Si esto fuera cierto, una manera de lograrlo es restarle competencias y trasladarlas a otros colectivos muy numerosos –votos– sin considerar el nivel de exigencia que desde hace muchos años soporta el colectivo médico para acceder a los puestos de trabajo.
Veamos, los estudiantes de medicina primero han de superar el numerus clausus establecido por la institución universitaria competente. Superado éste, ingresan en la Facultad de Medicina para realizar y superar una carrera de seis años para conseguir la licenciatura. Posteriormente deben prepararse concienzudamente para presentarse y aprobar los exámenes MIR. Si lo consiguen, y dependiendo del número que obtengan, podrán elegir el centro sanitario donde les esperan otros cuatro años para conseguir el título de especialista. En total, 10 años para poder acceder a un puesto de trabajo.
Así pues, el nivel de exigencia y esfuerzo que han de superar los médicos poco tiene que ver con el que se exige a otras profesiones sanitarias que es indudablemente menor.
Llevando ya años en vigor los exámenes MIR y siendo yo Secretario Provincial del SAS, pero ejerciendo las funciones de Gerente Provincial, ya que presidía el tribunal, las enfermeras, tras tres años de carrera, accedían a una plaza en propiedad en el sistema sanitario a través de lo que se denominaba el «Concurso abierto y permanente», cuyo único mérito era la antigüedad. Quizás fue en 2010 cuando la carrera de enfermería dejo de ser una diplomatura y accedió al grado de licenciatura tras cuatro años de estudio y ya el acceso a los puestos de trabajo se produce por oposición.
En todo caso, la prescripción de medicamentos, como uno de los recursos terapéuticos con el que cuentan los médicos, es el resultado final de un laborioso proceso que se inicia con la entrevista médico-enfermo en la el que el médico elabora una historia clínica que permite recoger la sintomatología que el enfermo refiere, los antecedentes personales y familiares y todos los signos clínicos como resultado de una exploración psico-física exhaustiva.
Con todos esos datos, el médico elabora un diagnostico diferencial singularizado sobre las posibles patologías que pudiera padecer el enfermo que le llevará a la solicitud de una serie de pruebas complementarias que le ayudarán a conseguir un diagnóstico final. Será entonces cuando el médico optará por la aplicación de los recursos terapéuticos más adecuados de acuerdo con el diagnóstico entre los que se encuentran los medicamentos, pero siempre de forma singularizada insisto, ya que la misma enfermedad se puede desarrollar de manera diferente en cada paciente, dependiendo de los hábitos de vida, los antecedentes, la edad, la profesión, la concomitancia con otras patologías o los efectos colaterales que todos los fármacos tienen.
Pero, obviamente, todo este proceder es el quehacer habitual del médico y no de otras profesiones sanitarias por las que siento el mayor de los respetos.
Una prescripción incorrecta de un fármaco no solo puede no resolver el proceso patológico, sino desencadenar otros.
Por todo lo expuesto sinceramente pienso que si esta ley se aprueba en los términos como se está divulgando, no solo es un desatino, sino una grave responsabilidad ya que se están invadiendo competencias propias del médico que incorrectamente ejercidas por otros profesionales sanitarios pueden provocar una grave merma de la calidad asistencial.
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