Ser ciudadano en un mundo globalizado
La relación con los otros determina nuestro modo de ser. Con toda razón afirma el refrán popular: «Dime con quién andas y te diré quién eres»
Francisco Gervilla
Miércoles, 7 de febrero 2024, 23:06
Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Francisco Gervilla
Miércoles, 7 de febrero 2024, 23:06
Estaba el filósofo Diógenes cenando lentejas cuando le vio el filósofo Aristipo, que vivía confortablemente a base de adular al rey. Y le dijo Aristipo: «Si aprendieras a ser sumiso al rey, no tendrías que comer esa basura de lentejas». A lo que Diógenes le ... replicó: «Si hubieras tú aprendido a comer lentejas, no tendrías que adular al rey».
Este significativo cuento, narrado por Anthony de Mello en 'El canto del pájaro', nos manifiesta la doble e ineludible necesidad de toda persona: el alimento (lentejas) y el desarrollo social: de sumisión o rebeldía, de esclavitud o liberación. Se trata de una opción personal, que no consiste en comer o no comer, ni en vivir con los demás o no convivir, sino en qué comer y con quién convivir. Decisión ineludible que condiciona nuestro desarrollo personal y nuestra vida social.
Zubiri afirmó que el hombre, al existir, se encuentra con la tarea primordial de 'tener que hacerse'. Aristóteles definió al hombre como 'animal político', Martín Heidegger insiste en la idea de que el hombre es 'con-los-otros'. Distintos modos de manifestar la naturaleza social del ser humano.
La relación con los otros determina nuestro modo de ser. Con toda razón afirma el refrán popular: «Dime con quién andas y te diré quién eres». De aquí la importancia en nuestro desarrollo personal de haber nacido en una u otra familia, de la elección de los amigos, de optar por uno u otro colegio, de los compañeros de trabajo, etc. Somos lo que somos gracias a la herencia y al medio.
Ser ciudadano implica formar parte de la 'civis' (ciudad) con una serie de derechos y de deberes. No nacemos ciudadanos, sino que nos hacemos ciudadanos a lo largo de la vida con nuestros semejantes. En palabras de Derek Heater, «un ciudadano es una persona conocedora de las cuestiones públicas, imbuida de virtudes cívicas y con la capacidad para desempeñar un papel en la arena política».
El origen de la palabra ciudadano proviene del latín: 'civis' y designa ser miembro de la ciudad. El término griego 'polis' evoca el mismo concepto de ciudad en sentido territorial: comunidad de personas políticamente organizadas para realizar unos objetivos comunes. En este sentido, la ciudad es el espejo vital cotidiano de gran interés para nuestra vida. La ciudad, decía Plutarco, es la mejor educadora.
En Roma sólo los hombre libres eran ciudadanos, adoraban los mismos dioses, se consideraban iguales y tenían los mismos derechos y obligaciones en la ciudad, frente a los extranjeros y esclavos que carecían de tales derechos. Los ciudadanos romanos estaban obligados a conocer sus derechos y deberes para ejercer unos y cumplir los otros.
La globalización o mundialización es la presencia del mundo en nuestras vidas. Ahora «tu pueblo es tu planeta». Se trata de un proceso de integración e interconexión financiera, política, social y cultural, cada vez más en auge, debido al desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación (TIC), cuya capacidad posibilita y facilita la disminución del espacio y del tiempo.
En opinión de Ulrich Beck, la época actual puede definirse como segunda modernidad en la que el 'Estado-Nación' o 'Estado Contenedor' circunscrito a un territorio concreto, con fronteras muy definidas ha sido sustituido por el 'Estado-Red' de una variabilidad mayor y una política entre municipios, regiones y Estados. Ahora los inmigrantes forman grupos culturales y religiosos homogéneos dentro de los Estados; Internet hace posible la construcción de comunidades virtuales que unen a los que están lejos y separan a los vecinos en el espacio; hay ciudadanos que, por tener una biografía globalizada, sienten que pertenecen a varios países a la vez.
La finalidad de la educación es el perfeccionamiento del ser humano en su dimensión personal y social. Y, en consecuencia, uno de sus principales objetivos es formar buenos ciudadanos. El nacimiento nos da el ser, pero tenemos que construir nuestro 'nuevo modo de ser', pues nacemos humanos, pero no humanizados; personas, pero no personalizados; sociables, pero no socializados; posibles ciudadanos, pero no reales ciudadanos. La educación siempre pretende convertir estas potencialidades en realidades, interiorizando las normas cívicas hasta alcanzar una personalidad única (self). No se trata de la formación de súbditos leales, sino de ciudadanos: personas libres, amparadas por una serie de derechos y deberes. En el fondo, la ciudadanía se puede definir como un hecho natural, pero también como un hecho (contrato) social.
1. El ser humano por naturaleza es un ser social. La relación con los otros determina nuestro desarrollo personal. De aquí la importancia de haber nacido en una u otra familia, de la elección de los amigos, de optar por uno u otro colegio, de los compañeros de trabajo, etc.
2. Ser ciudadano implica formar parte de la 'civis' (ciudad) con una serie de derechos y de deberes. La ciudad es un lugar privilegiado para la educación.
3. El buen ciudadano no es el súbdito legal sino una persona crítica y libre, amparada por derechos y deberes.
4. La globalización es la presencia del mundo en nuestras vidas. Ahora 'tu pueblo es tu planeta'. El 'Estado-Nación' o 'Estado-Contenedor' se ha convertido en Estado-Red' por el que somos ciudadanos del mundo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
España vuelve a tener un Mundial de fútbol que será el torneo más global de la historia
Isaac Asenjo y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.