Este verano de 2023 va a ser recordado sin duda por las altas temperaturas que los españoles hemos sufrido a lo largo de todo el país. Y como todo estío que se precie, el estreno de películas potencialmente taquilleras se realiza también en esta época. ... Una de ellas ha sido 'Oppenheimer', filme al que le precede el vaticinio de convertirse en el más taquillero de la historia de la segunda guerra mundial por delante de 'Dunkerque' y 'Salvar al soldado Ryan'.
La película es posiblemente un alegato antinuclear basándose en la historia del físico norteamericano Robert Oppenheimer a quien se le encomendó el proyecto 'Manhattan' que desarrolló el primer ingenio nuclear en la historia de la humanidad. Cuando el 16 julio de 1945 se hizo detonar en el desierto de Nuevo Méjico (EE UU), 'Trinity', que así fue como bautizaron a la bomba nuclear, liberó una energía equivalente 19 kilotones (19.000 toneladas de TNT).
Pocos días después se lanzaron una segunda y una tercera sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, aniquilando a más de 100.000 personas en el momento de la explosión a las que siguieron innumerables víctimas más como consecuencia de la radiación que prosiguió a las detonaciones. Estas acciones provocaron la inmediata rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial.
Jamás se han vuelto a utilizar esas armas tan destructivas, pero desde entonces las grandes potencias y algunos otros Estados han hecho todo lo posible por poseer esa capacidad de destrucción. Hasta la crisis de los misiles de Cuba de 1962, en la que el mundo estuvo al borde del colapso nuclear, el mundo vivió un periodo de la historia en el que se otorgó a los vencedores de la Segunda Guerra Mundial una vergonzosa impunidad en el desarrollo de armamento nuclear en el que basar su disuasión.
Por ello no fue hasta el 5 de marzo del 1970 cuando se acordó el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) que restringía la posesión de armas nucleares e intentaba impedir la proliferación de este tipo de armas de destrucción masiva. El Tratado, que hasta fecha ha sido consignado por 191 Estados soberanos, sólo permitió a cinco de ellos ser parte y poseer armas nucleares. El único motivo fue el haber realizado una prueba nuclear antes de 1967: la extinta Unión Soviética en 1949, el Reino Unido en 1952, Francia en 1960 y la China de Mao Tse-Tung en 1964.
Sin embargo, el TNP no consiguió detener la proliferación nuclear. Al 'club' nuclear pronto se unió Israel (sin fecha declarada oficialmente), como medio más importante de disuasión contra sus vecinos árabes, India (1974) y Pakistán (1998) en su latente conflicto identitario-religioso y fronterizo y finalmente Corea del Norte (2006), quien para ello tres años antes se había retirado del TNP. Estos últimos cuatro países, junto con Sudán del Sur, son de momento los únicos no signatarios del Tratado.
En nuestro país también tuvimos nuestra aventura nuclear. En 1948 se creó la Junta de Investigaciones Atómicas, que pronto pasó a denominarse Junta de Energía Nuclear (JEN). Fue desde la JEN cuando en 1957 se envió al entonces capitán ingeniero del Ejército del Aire Guillermo Velarde Pinacho a los EE UU para aprender los fundamentos de este tipo de energía novedosa.
A su vuelta en 1963, los trabajos de Velarde se vieron potenciados para estudiar la posibilidad de la fabricación de bombas atómicas en nuestro país. Se decidió la utilización del plutonio en lugar del Uranio y se planeó la utilización de la central nuclear de Vandellós I para la obtención del material fisible que la Francia del general De Gaulle parecía dispuesta a suministrar. La JEN se convertía así en uno de los centros mejor acreditados del mundo junto con otros como los de Francia y del Reino Unido para el desarrollo de la energía nuclear con fines bélicos.
Incluso un hecho fortuito pudo dar un giro de 360 grados a las investigaciones españolas cuando en 1966 un bombardero norteamericano que portaba cuatro bombas termonucleares colisionaba con un avión que le reabastecía en vuelo. El resultado fue la caída de ambas aeronaves en las inmediaciones de Palomares (Almería). Guillermo Velarde fue designado por el gobierno español para acompañar a la misión estadounidense en la recogida y el análisis de las bombas que afortunadamente no llegaron a activar su carga nuclear durante el accidente. Fruto de ello, el ingeniero español tuvo la oportunidad de conocer de primera mano el proceso de fabricación de la bomba termonuclear.
Hasta ese momento sólo la URSS poseía también ese conocimiento, por lo que nuestro país llegaba a ser el quinto del mundo en alcanzar esa capacidad, casi al mismo tiempo que lo hacían países como Francia y China. España se encontraba en esos momentos en disposición de comenzar su particular proyecto 'Manhattan'. El proyecto, denominado en términos de codificación 'Islero', no se llevó a cabo por falta de voluntad política. Sólo la oposición del Ministerio de Industria evitó que España fabricara una bomba nuclear. Se conoce que en 1974 se planeó retomar el proyecto, pero el momento político hizo inviable su materialización.
El general Velarde falleció en 2018. Meses antes publicaba sus memorias sobre el proyecto con un libro bajo el mismo título en la que hacía un repaso sobre la historia de desarrollo nuclear en España. Es un relato fácil de leer que destapa patriotismo y respeto a todos sus colaboradores y compañeros e incluso a los políticos que discreparon de él en aquellos momentos en los que España estuvo en la elite de la investigación nuclear con fines bélicos.
En nuestro país con demasiada frecuencia despreciamos nuestra propia historia si no encaja con los estándares que se suponen acordes con el momento político. Desgraciadamente 'Islero' es más conocido como el toro que segó la vida de un diestro icono para una generación de españoles que por haber dado nombre a uno de los proyectos científicos que podía haber situado a España en vanguardia de los desarrollos tecnológicos con energía nuclear.
Así ocurrió en países de los que nadie duda de su acervo democrático como son el Reino Unido y nuestra vecina Francia. Aunque parezca utópico, cabría preguntarse el papel que habría jugado por España como potencia nuclear dentro de la OTAN y de la Unión Europea, como es el caso de esos dos Aliados que soportan de una manera significativa una gran parte de la disuasión que las Organizaciones defensivas a las que España pertenece desde el advenimiento de nuestro actual sistema democrático.
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