Mala semana para los libros. Para quienes los venden, los escriben y los leen. Y también para quienes no los leen, como Pepu Hernández. En ... Málaga ha ardido la librería Proteo, una institución que había recibido los premios Nacional de Librerías y Librería Cultural. Cincuenta mil libros convertidos en ceniza o pasta de papel. Se ha levantado una ola de solidaridad para recuperar un patrimonio que pertenece no solo a quienes regentan la librería sino a quienes de otro modo se alimentan de ella.
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Y 94 años de vida, los de Caballero Bonald, también convertidos en cenizas. El desobediente, el marino rebelde que naufragó dos veces y que fue ganando en lucidez hasta culminar con 'Examen de ingenios' una obra plena. Heterodoxo, huyó de las líneas del pentagrama, siempre exigiéndose más y siempre mirando de reojo al poder. Ese poder, parte de él, que esta semana miraba de reojo a Andrés Trapiello. Otro desobediente, aunque de formas diferentes a las de Bonald. Cada desobediente, por definición, lo es a su modo. La uniformidad no les cuadra. Y eso es justamente, la falta del uniforme y el 'Sí, señor', lo que ha hecho que el PSOE desbarre en la concesión de la medalla de Madrid a Trapiello.
Votaron que sí a la concesión, pero no «profundamente», según se dedujo de los balbuceos del baloncestista Pepu. Por revisionista. Es evidente que Hernández, ni quienes desde el PSOE madrileño lo han censurado, han leído una línea del escritor madrileño-leonés. Andrés Trapiello es uno de los intelectuales más importantes del país y su libro 'Las armas y las letras', un ensayo fundamental, convertido ya en un clásico, sin el cual no se comprendería una parte esencial de la Guerra Civil, los posicionamientos, las vergüenzas y el discreto heroísmo de la intelectualidad española a lo largo del conflicto y de la posguerra. Y, siguiendo en clave política, quien quiera tener una visión cabal del entramado que rodea a la Memoria Histórica no puede dejar atrás su novela 'Ayer no más'. Trapiello cree en la Tercera España. Eso para muchos es pecado capital. Lo estamos viendo. Se ganó fama de facha allá cuando era votante del PSOE por editar a escritores azules. No los editaba por azules, sino por buenos escritores. Pero, claro, para llegar a esa conclusión había que leer los libros. Lo mismo que para saber si se está o no de acuerdo con Trapiello hay que leerlo. Trabajo penoso ese de ponerse a desgranar palabras, página tras página. Mejor echarles un poco de gasolina y que el fuego político haga su trabajo. Qué pena lo de Proteo, qué pena lo de Caballero Bonald, qué pena lo de los Pepus. Y qué alegría de Trapiello.
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