Una de las notas características de las elecciones del 28-A están siendo los peculiares fichajes que cada partido presenta en sus listas. Se trata de independientes que no proceden de la política, pero que por su prestigio profesional ya suponen un mensaje político a ... la ciudadanía. En el actual Gobierno existen figuras como magistrados, fiscales, astronautas y hasta presentadores de televisión. También resulta llamativo el transfuguismo entre formaciones políticas, como si de jugadores de fútbol se tratara, o el intento de recuperar políticos emblemáticos. Sería incorrecto no respetar la hipócrita paridad de cuotas femeninas, y si encima alguna es de la etnia gitana presenta un plus para el movimiento feminista. En otros casos son empresarios de conocidas multinacionales, escritores o periodistas famosos, abogados del Estado que al desobedecer al Gobierno felón y calificar el 'procés' como delito de rebelión, han sido relegados y se han convertido en héroes, o portavoces de plataformas contra el proceso soberanista.
Pero lo más llamativo ha sido, en esta batalla política de trincheras, la incorporación al partido revelación que tendrá representación en el Congreso de los Diputados, de cinco militares retirados del ejército, encabezando las listas por Palma de Mallorca, Alicante, Castellón, Cádiz y Pontevedra. Nos referimos a los prestigiosos generales Fulgencio Coll, Manuel Mestre, Alberto Asarta, Agustín Rosety y Antonio Budiño. El impacto mediático de esta desacomplejada medida de Vox, no se ha dejado esperar, pues supone una proclama sin ambages en toda línea de flotación contra el independentismo catalán.
El golpe de efecto electoral para conseguir los apoyos en los caladeros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado está asegurado. Se trata de la institución mejor valorada por los españoles, debido al servicio abnegado que prestan a la patria, y por la alta formación humana, profesional (dominan varios idiomas) y moral de estos funcionarios del Estado español. De inmediato han surgido las críticas como el de la ministra de Defensa, Margarita Robles, que reclama el carácter apolítico de los militares, aunque estén retirados. Quizá esta neutralidad se la tendría que aplicar ella misma, por sus constantes entradas y salidas por las puertas giratorias de la carrera judicial a la política. Además, tendría que explicar, sin caer en la contradicción, la inclusión en las listas socialista a la comunidad madrileña de la comandante Zaida Cantera. Para el podemita Echeñique, tilda de golpista a la formación de Abascal, al identificarles con el 23-F; aunque omite explicar que fueron los propios militares, nada menos que el capitán general de los tres Ejércitos, el Rey Juan Carlos I, quien desactivó al general Armada, al coronel Milans del Bosch y al teniente coronel Tejero. Este jotero, de origen argentino en donde la dictadura del general Galtieri fue un genocidio, y cuyo partido comunista tiene vinculaciones económicas con la narcodictadura del excomandante Chávez, no es el más adecuado para criticar el franquismo, máxime cuando en sus filas incorporaron al general Julio Rodríguez (apodado como el rojo), para poder conseguir el cielo al asalto. Casado al ver tambalear su nicho electoral, defiende sus posiciones con un ataque: «No reivindicamos unas etapas felizmente superadas». Claro que lo deberían de estar, porque fue Gutiérrez Mellado, el primer general en ser vicepresidente con Suárez, en el primer Gobierno de la Transición. Ésta se llevó a cabo gracias a que el general Franco -de viva memoria para los socialistas- legó en su testamento al Rey, el cambio de la dictadura a la democracia.
El mandato constitucional otorgado a las Fuerzas Armadas es el de garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional. Después del golpe de Estado independentista, y la connivencia con los socialistas y comunistas, nada tiene de extraño que surjan formaciones políticas que apuesten decididamente por reconocidos militares en la reserva, de acreditada solvencia en la defensa del orden constitucional. Si en los EE UU Eisenhower fue general, Nixon capitán de corbeta, John F. Kennedy teniente de marina, Reagan capitán o George H.W. Bush teniente de marina, por qué nosotros no podemos superar complejos absurdos. Al igual que ocurre con otros profesionales que pueden aportar a la política, por qué no van a tener derecho los militares retirados, a quienes el valor para esta importante misión se les supone.
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