El sábado volvimos a tener sensaciones que parecían perdidas cuando la gente se echó a la calle, con un entusiasmo que no se veía desde antes de la inacabable pandemia.
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Por una parte, Granada estaba llena de visitantes, amantes del baloncesto, seguidores de los diferentes ... equipos contendientes por la deseada Copa. Por cierto, nunca he visto por el Albaicín tantos turistas tan altos y tan altas, lo que demuestra que no solo son espectadores, sino que en algún momento de sus vidas practican ese elegante deporte. Chicas y chicos espigados, que se sumaban a las divertidas actividades programadas en diferentes espacios de la ciudad. Ese campeonato ha servido para activar a nuestra debilitada economía de servicios y a la vez demostrar que Granada es una buena opción para organizar eventos de categoría, sean deportivos, culturales y de paso disfrutar con sus enormes atractivos de todo tipo.
Pero también bullían las calles con la presencia de los manifestantes, exigiendo de las autoridades que frenen el deterioro que está afectando a la sanidad pública, desde hace años, pues no se ha recuperado de los terribles recortes, privatizaciones, etc. Ya tenemos la primera reacción del consejero del ramo que ha anunciado su presencia en el Parlamento andaluz para dar explicaciones sobre la situación de la Atención Primaria, precisamente hoy miércoles. Se agradece el gesto, la verdad, pues denota sensibilidad para reaccionar ante las manifestaciones que recorrían las capitales andaluzas con el mismo mensaje: «La sanidad pública no se vende» y «la salud es un derecho».
Muchos nos tememos, no obstante, que los enfoques políticos estén lastrando la gestión de un sector que, como ocurre con la educación, debería de estar por encima de las tensiones partidistas. Si la comparecencia del consejero va a consistir en defenderse ante las críticas de la oposición, con el manido «y vosotros más» y el cortoplacismo que les caracteriza no cabe esperar gran cosa de lo que discutan hoy.
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Tengo la impresión de que con un debate parlamentario no se pueden solucionar los males que aquejan al sector sanitario, no solo en Andalucía sino en toda España, pues tienen sus raíces en decisiones o políticas de hace mucho tiempo, diseños de actuaciones, costumbres, hábitos, clientelismos, improvisaciones, choques entre lo privado y lo público… Hace falta una reflexión profunda, y un estudio elaborado por expertos y especialistas de cada uno de los aspectos de un asunto muy complejo. Tenemos en nuestra ciudad la Escuela de Salud Pública, con un plantel de científicos muy solvente que seguramente tienen mucho que decir para recatar a nuestra sanidad pública. Sin olvidar la importancia de escuchar a los profesionales sanitarios, los que se ven afectados diariamente por las consecuencias de los errores y las decisiones de los políticos. Después de haber mostrado su compromiso profundo con sus pacientes de manera casi heroica, se merecen que se tengan en cuenta sus criterios para señalar las necesarias reformas que están aguardando desde hace años.
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