Con el final del verano llegan las tormentas como las que hemos tenido hace unos días y, con ellas, el riesgo de crecidas súbitas en ríos y barrancos que pueden causar daños devastadores. Estos días hemos visto imágenes de inundaciones, rescates, destrozos e incluso pérdidas ... humanas, a causa d ellos ríos desbordados. Pero ¿está Granada realmente protegida frente a estos fenómenos? Y más importante aún, ¿Son los ríos de Granada una amenaza para su seguridad?
Granada tiene una relación histórica con sus ríos, especialmente con el Genil y el Darro.
El Genil cuenta con el doble efecto regulador de la gran altura Sierra Nevada en la cabecera de su cuenca que convierte en nieve la precipitación, más dos embalses y un cauce urbano estudiado para mitigar el riesgo de desbordamientos, por lo que parece estar en una situación de protección razonable.
Pero el Darro representa un peligro latente. Su cuenca pequeña (82 km²) de altura media, pendiente pronunciada y sin ningún embalse regulador da lugar a un régimen que puede llegar a ser torrencial con crecidas rápidas cuando se producen lluvias localizadas, intensas y persistentes varias horas. Además, termina en un encauzamiento urbano cubierto, que funciona como un embudo, con más sección y pendiente en su primer tramo y que luego van disminuyendo hasta su desagüe en el Genil.
De hecho, muchos granadinos aún recuerdan el fatídico 12 de septiembre de 1951, cuando el embovedado del Darro en Puerta Real reventó, causando estragos en la ciudad. Aunque se han tomado medidas desde entonces, como la reforestación de la parte alta de su cuenca, estas no son garantía suficiente ante tormentas intensas, cuando el suelo ya está saturado y la vegetación pierde su capacidad de retención.
Actualmente, la Junta de Andalucía y la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) tienen en marcha un proyecto de restauración del valle del Darro a lo largo de unos 7 km aguas arriba de la ciudad (hasta la Presa de la Acequia Real de la Alhambra). Se trata de una iniciativa que busca hacer la zona accesible a los ciudadanos mediante la creación de senderos, puentes y la rehabilitación de patrimonios históricos. Además, se proponen medidas para corregir los barrancos que suelen arrastrar grandes cantidades de sedimentos en caso de tormentas.
Sin embargo, a pesar de estas mejoras, el proyecto no contempla medidas para regular las avenidas extremas del río ni para limpiar y ampliar su cauce en tramos críticos. Esto es a nuestro entender un motivo de preocupación, ya que el tramo entre el Paseo de los Tristes y Plaza Nueva ha visto un aumento significativo de la vegetación, incluyendo árboles de gran porte, que podrían bloquear el cauce en caso de una crecida repentina. Este escenario podría desencadenar inundaciones graves, incluso en caso de lluvias intensas que no sean excesivamente abundantes.
Desde Granada Futuro, la respuesta a la pregunta que planteamos al inicio del artículo es clara: el río Darro es un peligro para Granada. Es una amenaza potencial que requiere una intervención decidida y eficaz. No podemos permitirnos la complacencia frente a un riesgo evidente. Las actuaciones propuestas no abordan completamente los riesgos asociados a las avenidas extremas, por lo que se necesita mayor transparencia y acción.
El Ayuntamiento, como responsable del cauce urbano, debe informarse sobre los riesgos reales que supone el Darro para la ciudad y su capacidad de desagüe real, acudiendo a expertos, organismos y universidades. A continuación, es necesario modelizar la cuenca del Darro y anticipar posibles escenarios de crisis. Solo así se podrán tomar las decisiones correctas para proteger a Granada de futuros desbordamientos del Darro.
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