Hablar con Gregorio Jiménez es terapéutico. Su optimismo sobre Granada, basado en datos y en cifras, resulta de lo más reconfortante. Estuve tomando una cerveza Alhambra con él hace unos días y aún me resuenan sus palabras: «¿Tú crees que la cantidad de hoteles de ... cinco estrellas que están abriendo es una casualidad?». Y no. No lo es.
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Lo comentaba con Ignacio Jiménez Artacho, artífice junto a Carmen Cordón de la festiva apertura, ayer, del Seda Club Hotel. Y me decía que por muy granadino que sea, no se hubiera embarcado en un proyecto así si no estuviera convencido del enorme potencial de su querida ciudad. Inciso: apunten en su agenda de tareas de obligado e inminente cumplimiento pasarse por el Seda. Lo van a flipar. Ayer estuvimos allí en el festival Gravite patrocinado por CaixaBank y ya queda para el recuerdo.
Hoteles de cinco estrellas, por cierto, que se abren a la ciudad con sus restaurantes, bares y terrazas panorámicas, un tema al que le dedicaremos tiempo y espacio en su momento.
Gregorio Jiménez dijo sin ambages que no quiere para Granada el modelo de desarrollo de Málaga, tan gentrificado, que expulsa a sus vecinos más allá del área metropolitana. Una afirmación polémica, pero cargada de sentido. Aboga por una Granada en comunión con su Universidad, un modelo de ciudad al estilo de Cambridge o Boston, donde la vida universitaria forma parte consustancial de su día a día, con su impulso humanista, científico y tecnológico.
Para que ese modelo funcione, es necesario que exista un parque de viviendas de alquiler a precios razonables en la ciudad y su entorno más cercano. Esa Granada metropolitana de 500.000 habitantes que defiende Paco Cuenca.
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De ahí que las noticias que se suceden estos días con el anuncio del desbloqueo de miles de viviendas protegidas en zonas como la Chana, los Mondragones o el Parque Nueva Granada sean tan importantes. Me llama la atención, viendo los comentarios a la información en la edición digital de IDEAL, las suspicacias en torno a la picaresca que siempre ha rodeado a la VPO, tanto en la adjudicación como en una hipotética desprotección de los inmuebles a posteriori.
El Ayuntamiento y la Junta están que lo rompen con esta cascada de anuncios. Llámenme cándido, iluso o inocente, pero creo en el sistema y en la idoneidad de la vivienda protegida. Con sus controles y fiscalización, claro.
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