La sociedad ha girado en las últimas décadas de forma brutal. Cuando algunos éramos jóvenes, los adultos eran jefes y los viejos, sabios. Después, cuando nos tocó llegar a esa fase de la adultez, la juventud venía empujando con las tecnologías, y los más mayores ... aún dominaban los timones sociales. Y ahora que ya se han cumplido años, quienes creían que sabían algo contemplan que quienes llegan detrás los respetan poco en sus conocimientos, comprueban que son más apreciados por sus carteras y recursos que por lo que piensan que saben. Ya está todo en Google y en Wikipedia, y consideran que el conocimiento es un bien prescindible, que es mejor dominar todas las apps y recursos cibernéticos. Te observan desde una posición que piensan dominante. Luchar es perder el tiempo, o no, pero sí es invertir energías en vías que a poco conducen. El tiempo es un bien apreciado y perecedero a estas alturas, aunque hay congéneres que creen que vivirán para siempre. Uno llega a la convicción de que lo más práctico es hacerse el viejo. Mire, es que de eso no entiendo mucho, explíquemelo, pero despacito, que me dé tiempo a retenerlo. No mueva usted los dedos tan rápido. Y sí, dígame cómo llegar hasta allí, o cómo comprar por aquí, o de qué forma reservar aquello. Sí, dígamelo, o hágalo conmigo, con sosiego y templanza, que ya veré luego si voy a pie o andando, con paso corto que el trayecto es largo. Pero eso ya lo averiguará usted cuando se acerque a este tramo del camino.
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