Hartos de tanto gazpacho
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Yolanda Díaz, sustituta de Carmen Calvo en las labores sexadoras del idioma, nos ha castigado con una 'matria' de difícil digestión gramaticalPuerta Real ·
Yolanda Díaz, sustituta de Carmen Calvo en las labores sexadoras del idioma, nos ha castigado con una 'matria' de difícil digestión gramaticalEntre las profesiones raras como recolector de orina de alce, catador de comida para perros, probador de colchones o inspector de olor de exilas, la de más largo recorrido es la de sexador de pollos. Su labor consiste en darle un ligero soplido en el ... culo al pío-pío y observar en menos de cuatro segundos unos pliegues, manchas y bultos en el ojete para determinar si aquella bolita amarilla va a ser gallo o gallina. Pese a ser una de las profesiones mejor remuneradas –han llegado a ganar 4.500 euros al mes– es muy difícil encontrar gente a la que le guste este trabajo. No ocurre lo mismo con los sexadores del lenguaje o sexadoras de las palabras, que es una labor totalmente voluntaria hasta ahora y que, curiosamente, florece en los aledaños de la Moncloa. Carmen Calvo entró en 2018 como vicepresidenta del Gobierno y ministra de Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad, y ha salido como la impulsora, junto con la Montero menor, del lenguaje inclusivo, además de dejar a punto de caramelo esa ley de Memoria Democrática, que tanto trabajo va a dar a los jueces, y con la que se ha vuelto a echar otro chorreón de salfumán en la herida que reabrió José Luis Rodríguez Zapatero para chingar el espíritu del 78.
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Hace ya tiempo que la diputada Carmen Romero soltó aquel «jóvenes y jóvenas» con el que abrió la espita del cachondeo y arrugó el semblante de los provectos académicos. Lo de «miembros y miembras» creo recordar que se incubó en la cabeza de Bibiana Aido, otro hallazgo del zapaterismo rampante. Tras esta hazaña y otras que no vienen al caso, consiguió una bicoca en la ONU y nos dejó sus gracietas sexadoras como herencia. La bandera del lenguaje inclusivo fue abrazada por la vicepresidenta egabrense, guía de ministras, ministros y ministres. ¡Qué lejos queda aquella imagen suya acariciando los mármoles de los aseos de la Alhambra! Ya apuntaba maneras. Cuando descubrió que el dinero público no es de nadie, arrancó su carrera hacia lo alto, su poderoso galopar a lomos de su terco instinto, hasta estos días de calores tórridos y gazpacho frío. La ex vicepresidenta ha desaparecido, fundida a negro, de los memes que brotaban en los móviles al hilo de su extraño gracejo y torpe expresión. Ya no sale en la tele. Su lugar en labores sexadoras del idioma, lo ha ocupado Yolanda Díaz, que nos ha preparado un monumental gazpacho sobre 'matria' en lugar de 'patria', de difícil digestión gramatical.
Entramos en tiempo de maletas y de espetos, de chanclas y de pareos con mascarilla a juego. La playa se ha convertido en una unidad de destino en lo Universal. ¡Huy, me ha salido una cita joseantoniana! ¿Me ficharán como desafecto al sanchismo imperante? Allá cada cual. Estamos en tiempo de gazpachos de todo tipo y el mayor de ellos es el que montan la ministra Darias y las diecisiete normativas autonómicas. Las letanías de cifras, cierres nocturnos y contagios –que llenan tres cuartas partes de los telediarios– aburren, crispan o amuerman al personal, que anhela un largo olvido nerudiano de esta plaga. Porque, pese a que sigue el miedo, la gente, incluida la sumisa y acojonadita, está contando las horas que la separan de las arenas. Algunos todavía somos de sombra de higuera y tinto en porrón, pero también estamos hartos del gazpacho de las mil normativas.
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