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La 'memoria histórica', menguada, desenfocada y censurada por motivos ideológicos, está originando conflictos entre sentimientos hermanos por la selección partidista de causas y efectos, por ... las secuelas de la orfandad hija de la sangre derramada y del exilio exterior o interior, por la interpretación de la dictadura –cambios de bando incluidos–, o el terrorismo. Conflictos que amargan la vida de quienes aspiran a ser libres, sin muros que impidan el acceso al conocimiento de las cercanías de la verdad de aquellos años de bombardeos, torturas, fusiles, pistolas, explosivos, zulos, traición, miseria moral, memorias brumosas, sospechosos arrepentimientos –algunos de ellos confesados en la vejez o en la derrota– que de poco han servido, a la vista de cómo se mancillan esfuerzos y sorprendentes reconciliaciones de ayer, con anhelos de una España más justa, más respetuosa, más instruida, más solidaria, y deseosa de ensanchar minifundios para generar latifundios patrios.
El huracán de nuestra guerra civil, cuyos responsables estaban en ambos lados, asoló los campos de los dos frentes con la venganza criminal por fobias ideológicas, religiosas y sociales. ¿Cómo es posible que determinados actores en aquellos días de terror y vileza que arrasaron parte del bosque humano de España reclamasen la piedad del olvido, izando la bandera blanca de la reconciliación, y sin embargo los que ni siquiera conocen o no intentan conocer a fondo la realidad de entonces pretendan arriarla ignorando el grave riesgo de reavivar fuegos de odio?
Hay abundantes testimonios referidos a vejaciones llevadas a cabo durante la contienda y la autocracia; vejaciones que provocan vómitos y a la vez acusan a políticos y dirigentes que no supieron (¿o no quisieron?) cortarlas de raíz con la autoridad de unas leyes proporcionadas, frenando a tiempo la brutal bajada del barómetro de la convivencia que anunciaba tragedia.
Los admirables comportamientos de víctimas de uno y otro lado, reflejados en la serenidad, la clemencia y la heroicidad ante la escucha de las descargas y las mofas de los verdugos, ante las ignominiosas ejecuciones, violaciones y profanaciones de cadáveres (ejecuciones 'post mortem') o el satánico adentrarse de la bayoneta en los vientres de las madres para ensañarse con el no nacido, generan asombro por tan elevado grado de virtud. Por tal motivo, la justicia histórica demanda memoria honrada, desde 1931 hasta 2010, limpia de toda frivolidad. ¿Cómo se pretende olvidar la sangre aún caliente vertida ayer y sin embargo se propone mantener una memoria selectiva de la sangre fría de anteayer?
El secuestro y la ejecución de Miguel Ángel Blanco estremecieron a la España de la concordia que se levantó contra el terrorismo con silencio blanco, lágrimas blancas, manos blancas. abrazos blancos... Una vez más, otra nuca, la de Miguel Ángel Blanco, fue herida de muerte. Pero no era suficiente: desde julio de 1997 hasta noviembre de 2007 no durmieron en paz sus restos mortales (había que rematar la 'faena') –«los ataques de los radicales a la tumba eran constantes», manifestaron los padres de Miguel Ángel–, debiendo ser trasladados secretamente a La Merca (Orense), en pos del definitivo descanso. ¡Cuántas realidades todavía ocultas, pese a la luz! ¡Cuántos juicios pendientes para esclarecer asesinatos terroristas! Es fácil perdonar «en nombre de». No obstante, la justicia exige cumplir penas, público arrepentimiento y que callen las lenguas odiadoras. La heroicidad es privilegio de quien ofrece la sonrisa y el perdón a los que le arrebatan fieramente la vida. Si no permitimos que se dirija el foco a todos los que han sido ejemplo preclaro de dignidad, ¿qué buscamos entonces? ¿Poner nuestras manos sucias sobre páginas escritas con sangre inocente –incluida la de niños– manchándolas?
Los muertos no perdonan. En cualquier caso, perdonaron al conocer su injusta condena. El legado de los héroes es el faro que ilumina las tinieblas de la historia de la humanidad. Quienes apagan el fuego en el bosque del mundo son nuestro presente, como fueron entonces y serán mañana el presente para otros. La única bandera que puede unirnos es la del perdón; no político ni oportunista. Si el mundo ha sobrevivido, sobrevive y sobrevivirá, sólo tiene esta explicación: la apuesta heroica por la convivencia. En tiempos de autocomplacientes lomas y carencia de cumbres convendría recordar esta frase de Platón: «Cuando una multitud ejerce la autoridad es más cruel aún que los tiranos», que siempre cuentan con entusiastas colaboradores. Una seria reflexión histórica requiere introducirse en la caverna para extraer lo más lóbrego y mostrarlo a la luz del sol de la verdad. En este asunto de la memoria histórica conviene tener presente al autor de 'La República' cuando dice: «La obra maestra de la injusticia es parecer justos sin serlo».
¿Y si recapacitamos, en lugar de turbar la paz del silencio, maestro de la vida? Escribió Joaquín Costa a principios del siglo XX: «Farsa el sufragio, farsa el gobierno, farsa el parlamento, farsa la libertad, farsa la Patria». ¿Añadiría hoy él: farsa la memoria histórica, farsa la Constitución, farsa el pueblo soberano, farsa la democracia…?
Con esta visión crítica podría iniciarse la necesaria 'regeneración', pues el futuro de nuestra sociedad pasa por un nuevo 'Regeneracionismo'. ¿Con «cirujanos de hierro»? Tal vez. Pero seguramente habría que asumir las propuestas de Joaquín Costa «Escuela y despensa». Volver a la 'escuela' para «aprender a aprender», y procurar que todos los estómagos se alimenten adecuadamente para evitar que la 'Patria' sea una 'farsa'.
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