Hienas
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Mi Papelera ·
Prefieren reunirse de noche para sus cacerías, pero si algo les interesa no tienen inconveniente en abandonar sus guaridas de díaEs una obviedad afirmar que el patio político deprime. Basta ver, si hay cuerpo que lo resista, una sesión parlamentaria. Respecto al tema sanitario, lo poco que nos cuentan, da pánico. No estamos en una segunda oleada de la pandemia. Es la misma, propiciada por ... una mala gestión. Es que nada sucede por casualidad. Tampoco el desastre económico, que viene de lejos. Como la falta de civismo en algunos colectivos. Gobiernos nefastos sucesivos conducen a que hoy tengamos tantos ciudadanos poco ejemplares. Es que en los picos más altos de la pandemia nos enterábamos de que se celebraban jolgorios y botellones en locales escondidos, o en descampados. La mayor parte de ellos los protagonizaban jóvenes, a los que les importaba un comino contagiarse y llevar el bicho a casa para que el abuelo acabara en el cementerio. Y en ello siguen los mozalbetes. Así, uno tras otro, mitos, frases hechas, consignas electorales, van cayendo por los suelos mientras el paro crece a una velocidad supersónica. Era mentira que teníamos la mejor sanidad del mundo. Era falso que esta generación universitaria sea la más preparada de la historia. Y es obvio que nuestro modelo educativo falla. No puede ser bueno un modelo educativo que multiplica los 'ninis', que deja pasar de curso sin aprobar las asignaturas, que no respeta a los profesores, que no fomenta la excelencia académica y que tolera comportamientos incívicos, insolidarios y violentos de bastantes adolescentes, aunque no sean la mayoría. Lo hemos visto en esta pandemia. Fue levantar la mano y los adolescentes se echaron al monte como si hubieran sido fieras enjauladas. Como si en casa, durante el confinamiento, los hubieran estado torturando y necesitaran desfogar. Era todo lo contrario. Hoy en muchas casas mandan los hijos. Y allí se reproduce el mismo lenguaje escolar: todo vale, no hay que traumatizarlos con castigos. Mucho menos cargarlos de obligaciones. Así nos va, y peor nos va a ir.
Cuando una cree que lo ha visto todo, porque 40 años de profesión docente dan para mucho, el pasado 12 de septiembre salta a los medios una noticia terrible. Una autentica salvajada ejecutada por adolescentes, que apenas ha tenido recorrido mediático. Hoy muchos ni la recuerdan. Sus protagonistas, casi todos, andan sueltos; supongo que maquinando su próxima faena. Lo macabro de la escena que vi por internet me trajo a la cabeza una cacería de hienas que alguna vez pasaron por la tele. La única diferencia es que la comparación ofende a las hienas, porque estos bichos matan por comer, mientras que algunas crías de humanos lo hacen por divertirse. Lo cual me recuerda una frase atribuida a Che Guevara cuando afirmó que «la civilización occidental esconde bajo su vistosa fachada un cuadro de hienas y chacales». Por una vez, y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con este guerrillero. ¿Estamos criando hienas?
Según he leído, las hienas pertenecen a una familia de mamíferos carnívoros, los hiénidos. Son de las más pequeñas, pero muy violentas. Se dice que sus actitudes son cobardes, y que tienden a vivir del trabajo de otros, practicando el cleptoparasitismo. Prefieren reunirse de noche para sus cacerías, pero si algo les interesa no tienen inconveniente en abandonar sus guaridas de día. Otra singularidad de estos bichos son los aullidos, que se parecen mucho a risotadas macabras de los humanos. Con estos gritos mantiene a la manada unida. Su cara parece sonreír mientras torturan a las víctimas. Aquí me quedo.
Pues resulta que el 12 de septiembre, en un parque del polígono del Valle de Jaén, unos adolescentes de 13 o 14 añitos celebraron su particular aquelarre imitando a las hienas. Aunque tal manada humana también prefiere las reuniones nocturnas, esta vez, para atraer a la presa, que no era noctambula, planearon ejecutarla de día. La citaron allí con engaños, y la hembra alfa del grupo se lanzó a machacarla de todos los modos posibles. Hasta patadas le daba en la cabeza mientras la arrastraba por el suelo. Fue un milagro que no le rompiera el cráneo o la dejara ciega. Mientras la nena ejecutaba su faena en el ruedo ante el jolgorio del tendido, sin que la víctima, aterrorizada, opusiera resistencia, el resto de la jauría aplaudía, aullaba y reía, cual hienas. Mientras tanto el macho que acaso aspiraba a convertirse en alfa algún día se dedicó a grabar el tormento para colgarlo en las redes y fardar de chulo.
De milagro pudo escapar la presa, echando sangre. Con tal pánico en el cuerpo que no se atrevió a contarlo a los padres. Luego la manada se retiró a sus guaridas, satisfecha con la hazaña. Allí les recibirían sus complacientes padres. Cría cuervos…… pensaba servidora. A los pocos días, porque la hazaña la pasaron por varias teles y la contó la prensa, las autoridades que nos custodian, las que nos animaban en el confinamiento con aquel bonito eslogan 'Quédate en casa', no tuvieron otra que buscar a los malhechores de crimen frustrado para darles unos consejitos. Castigos serios, nada. Que eso traumatiza. A la fiera alfa, como es menor de edad, la van a meter un ratito en un centro de menores para que sus sicólogos y pedagogos la eduquen un poco. Con mucho tacto. A los demás, pelillos a la mar. A la víctima, qué Dios la ampare.
Miedo me da encontrarme a estas criaturas sueltas por la calle. Es que son capaces de matar solo porque alguien no les cae bien. Ves, esto no lo hacen las hienas. Ellas esperan a tener hambre para atacar.
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