Higiénico
La Carrera ·
Esta crisis sanitaria evidencia cuánto nos han fragilizado, y ahora se quejan de que el rebaño compre papel higiénico y cunda la histeria colectiva en este atolladero.josé ángel marín
Jaén
Martes, 17 de marzo 2020, 01:23
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La Carrera ·
Esta crisis sanitaria evidencia cuánto nos han fragilizado, y ahora se quejan de que el rebaño compre papel higiénico y cunda la histeria colectiva en este atolladero.josé ángel marín
Jaén
Martes, 17 de marzo 2020, 01:23
En este nebuloso mundo casi todo es negocio, incluso la enfermedad y desde luego que es negocio el miedo. Pero como de virus, lucro y dividendos no tengo ni pajolera, me limito a comentar la que considero una auténtica prueba, un examen general para las ... instituciones, el sistema sanitario, para los 'rasputines' que manosean el poder y, por supuesto, para los ciudadanos.
Claro que esta crisis es negativa. Pero la adversidad a veces es reveladora y pone en su sitio las chorradas, y puede que desenmascare tanto desgobierno. Otro efecto de esta situación es que rescata palabras que parecían muertas (disciplina, sacrificio, esfuerzo). Vocablos que el politiqueo narcisista había decidido enterrar con el auxilio de los 'teletubbies' y de estos dirigentes cuyos excesos mórbidos ahora nos llevan de la ensoñación a la pesadilla. Son ellos los que diezman nuestro ánimo, no el coronavirus.
Hace tiempo que encenagan de blandura y mentiras a toda una generación. A ritmo televisivo de plaga bubónica expandida en progresión geométrica, vienen regalando el oído al personal, dorándonos la píldora, y pretendían seguir haciéndolo mientras el puto coronavirus se paseaba por el planeta. El verdadero cataclismo no es que un puñetero virus debute a bombo y platillo con idea de quedarse por aquí como otros de su clase, lo jodido del tema es que sean dirigentes flácidos consumidos por su propia peste moral los encargados de enjaretar el asunto.
Hoy gurús sin brújula, pseudolíderes, ventajistas y maestros de la impostura, conducen la manada –que eso es lo que pretenden, convertirnos en borregos- directa al despeñadero. Esta crisis sanitaria evidencia cuánto nos han fragilizado, y ahora se quejan de que el rebaño compre papel higiénico y cunda la histeria colectiva en este atolladero.
La gestión de la crisis les viene grande. Así piensan los menos ovinos al repasar el cúmulo de despropósitos anteriores y recientes (no suspender el 8-M, la Liga, el mitin de Vistalegre o Perpiñán). Basta con hacer recuento de los dislates provocados por tanto trepa mesiánico -con y sin coleta- pendiente solo de sus privilegios.
No había que ser un lince para percatarse de la necesidad de medidas rápidas y decididas, también drásticas porque la cosa no nos pillaba de nuevas. Hacía semanas que veníamos afeitar las barbas del vecino italiano, y contemplamos hace meses el rasurado de China o Corea, donde, por cierto, con medidas draconianas han dado al virus una espléndida colleja.
Aquí nos anticipamos como siempre tarde. Y ahora a lamentarse y poner caras los antes ufanos. Esperemos que el decreto de alarma dome al enemigo invisible, que a los ineptos pronto los pondrá en su lugar la ciudadanía.
Si ante una crisis sin precedentes siguen con las polladitas, si no son diligentes que dejen sitio. No cabe ampararse en el mal ajeno, pues lo que de verdad daña a una sociedad sana y democrática es incubar en el gobierno a los peores.
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