El 24 de mayo de 2001, mañana se cumplirán 20 años, ETA tiñó de desolación la redacción de 'El Diario Vasco' y al conjunto de Vocento intentando amordazar el compromiso con la libertad de expresión y la defensa de los derechos humanos que constituyen la columna vertebral de una sociedad democrática, abierta, tolerante y plural. La organización terrorista, convertida hoy por fortuna en un tenebroso vestigio del pasado, arrebató la vida al director financiero del diario guipuzcoano, Santiago Oleaga, por la fuerza de las armas y el sectarismo más atroz e irrevocable. Hoy, cuando el tiempo ha serenado la tragedia, aún resulta inevitable sobrecogerse ante la crueldad y la cobardía con la que los etarras sometieron a su víctima a la ejecución sumaria de siete disparos por la espalda. No es posible reivindicar la democracia si se acalla a balazos la palabra dicha y escrita. Por ello, ETA no fue jamás la libertadora de nada, sino la opresora de todo. Quienes sobrevivimos a la barbarie tenemos el mandato para mantener en pie la memoria veraz de todas las víctimas en su singularidad irrecuperable. Para recordar quién fue Santiago Oleaga, marido, padre, amigo y compañero. El hombre al que mataron.
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