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Editorial

Victimismo ventajista

Con la ayuda de Trump y el Kremlin, Marine Le Pen quiere disfrazar de persecución política su condena por malversar dinero público

IDEAL

Sábado, 5 de abril 2025, 23:31

El reciente llamamiento de Donald Trump nada menos que a «liberar» a Marine Le Pen de la «caza de brujas» a la que asegura que la somete la justicia francesa sirve a un propósito: que los electores galos perciban como una persecución política la condena penal a la líder de Reagrupación Nacional (RN) por malversación de fondos públicos. El bloque internacional de la ultraderecha no escatima esfuerzos estos días para tratar de revertir la inhabilitación para aspirar a la Presidencia de Francia en 2027 que incluye la sentencia y es obligatoria según la ley del país. Junto a Trump se aplican a la tarea el Kremlin, el húngaro Viktor Orbán –«Je suis Marine», escribió en X identificándose con Le Pen– o el italiano Matteo Salvini, entre otros dirigentes ansiosos por aprovechar la crisis de desafección hacia la clase política para conseguir sentar a su correligionaria en el Elíseo. En el corazón de la Europa democrática. Y no es un objetivo imposible.

El presidente de EE UU llegó por segunda vez a la Casa Blanca con su historial de bancarrotas, acusaciones de agresión sexual y una condena por 34 delitos graves. Basta con persuadir a una mayoría de votantes dispuestos a perdonar algunas 'transgresiones' del candidato que promete convertirse en la voz del pueblo. Y esforzarse en descalificar al tribunal que sentenció a Le Pen, hasta el punto de que sus miembros necesitan protección policial por amenazas de muerte. La Corte de Apelación anuncia su decisión para el verano de 2026, a tiempo de que «la favorita», según sus aliados y las encuestas, dispute la Presidencia el año siguiente. La probada apropiación indebida de cuatro millones de dinero europeo para pagar a asistentes del partido en su país tiene que evaporarse, como la dilación del proceso hasta 12 años. Aunque no ha sido solo la extrema derecha la que ha contribuido a deslegitimar el fallo contra la líder de RN: el primer ministro, el centrista François Bayrou, ha expresado sus «dudas» y Jean-Luc Mélenchon, en el radicalismo de izquierdas, ha subrayado que «la destitución de un cargo electo debería ser del pueblo». Pero la malversación distorsionó el juego democrático y favoreció que Le Pen ganara influencia. No es, por tanto, una víctima, conserva su escaño, se expresa con libertad y representa a sus electores. La manifestación a la que ha llamado hoy en París medirá la temperatura de una ciudadanía que, según sondeos, piensa en un 65% que la condena fue justa. Una preocupación para la dirigente extremista si al final aspira a la más alta magistratura de Francia.

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