![La izquierda ya no tiene límites](https://s2.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/201908/08/media/roc/psoe.jpg)
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De vez en cuando, tengo la mala- o buena idea- de releer mis artículos del pasado para recordar de dónde vengo y, sobre todo, en dónde sigo. Esto es necesario en un momento donde la política ha cambiado tanto que cabe dudar sobre si el ... que se ha movido ha sido uno mismo o aquello que con tanto ahínco defendía en el pasado. Hay una teoría sobre la que pivotaba todo mi pensamiento hace apenas 4 o 5 años: la ideología en política era algo esencial y estructural, de ahí que creyera que la diferencia entre unos políticos y otros estaba motivada por los valores que defendían. En resumen, sin ideología no podía existir la política. No es que a estas alturas haya dejado de creer en el valor de las ideas y su peso sobre los partidos, pero otra cosa diferente es que en la política actual siga vigente esa ideología de los valores, lo que comúnmente conocíamos como derecha e izquierda.
Como es obvio, la ideología ha sufrido una evolución imparable. Igual que no era lo mismo en la segunda mitad del siglo XX que en su primera mitad, ahora en pleno XXI el recurso a la ideología solo constituye un disfraz y una cortina de humo frecuentemente usada por aquellos trileros sin escrúpulos ni moral que no tienen más proyecto que perpetuarse a sí mismos. Es más, he desarrollado una especial alerta de desconfianza hacia todo aquel que utilice de manera insistente el truco de la ideología, porque suelen ser los que dejan de hablarnos de la verdad para acabar hablándonos de ellos mismos. Es complicado defender una visión global de la sociedad y de la política justa y bondadosa cuando se practica en la vida personal y partidista una carrera donde no existe concepto alguno de la amistad, de la lealtad ni del respeto mínimo hacia cualquier otro que nos moleste. Por esto mismo cuando en las últimas semanas estamos escuchando de manera repetitiva ese argumento de gobiernos 'progresistas' para explicar alianzas del PSOE con Herri Batasuna o con los nacionalismos de todo pelaje en Baleares, Aragón o Valencia, entendemos perfectamente lo que nos espera de ese gobierno 'progresista' que después de 4 meses aún ha sido incapaz de articular el eterno presidente en funciones, cuyo estado de facto se remonta justamente al día siguiente de esa moción de censura ilegítima y abyecta para echar del poder a Mariano Rajoy, que es lo peor que nos ha podido pasar a los españoles solo superado por lo que actualmente tenemos en el Falcon.
Esto viene a raíz de la reacción bochornosa y desquiciada de toda esta izquierda populista agresiva a la campaña contra los malos tratos lanzada por la Junta de Andalucía. Una reacción, por cierto, liderada por los susanistas, incapaces de asumir y superar de manera digna y respetable el haber perdido el poder democráticamente en unas elecciones. El nivel de desvergüenza y furia es tal que nos demuestra algo inapelable: lo mejor que podría hacer el susanismo es disolverse y reflexionar una larga temporada. Después de habernos condenado a lo peor que podríamos sufrir los españoles, es decir a Pedro y el sanchismo, Susana y sus susanistas nos deben lo mejor que podrían ofrecernos a estas alturas a todos los demás, en especial a los andaluces: irse a su casa y abandonar esta cruzada de política quemada y sin escrúpulo alguno. Si aun recordamos las infames palabras de Montoro esperando que cayese España que ya la levantarían ellos, ahora unos años más tarde nos encontramos con los papeles del guión absolutamente cambiados, siendo la izquierda 'progresista' la que no tolera que le toquen sus chiringuitos y la que no acepta la políticas o la campañas para proteger a 'sus' víctimas.
Hasta la llegada del virus mortal antidemocrático del 15-M, en la política española existían ciertos límites que, al menos, públicamente no se pasaban. Incluso Zapatero, mientras negociaba en secreto con la ETA facilitarles Navarra, no se atrevió a autorizar al PSN lo que ahora sí ha hecho Chivite. Desgraciadamente hemos podido comprobar estos últimos días como los límites, principalmente para la izquierda, han dejado de existir, llegando al extremo de acusar a la derecha de fomentar los malos tratos o la violencia machista por una campaña donde aparecen mujeres sonrientes posando contra el maltrato.
Una de las principales activistas americanas contra el racismo, llamada Rosanna Arquette, ponía un tuit donde pedía perdón por haber nacido blanca y con privilegios (por el hecho de ser blanca). Se sentía avergonzada de haber nacido blanca. Mientras, en Ámsterdan, miembros del partido del Trabajo (socialdemócratas) reivindicaban públicamente el derecho y el orgullo de las mujeres islámicas a llevar el burka. En esto se ha convertido ser 'progresista' en el siglo XXI. La ideología tiene que ser una brújula que nos guíe, no una venda que nos ciegue. Por eso es tan peligrosa la verdadera ideología de esta izquierda reaccionaria, que no es más que una venda que poco a poco nos están intentando sujetar a los ojos de todos y cada uno de nosotros.
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