Qué grandes momentos nos está deparando el desunido frente amplio de las izquierdas andaluzas. Han pasado varias semanas, meses de hecho, enfrascadas en eso que ... tanto ilusiona a la ciudadanía, en lo que más preocupa al electorado en tiempos de crisis, guerra y postpandemia: el reparto de puestos de salida en las listas y la elección del nombre con que se presentarán el 19J. Total, para acabar llegando tarde, mal y nunca; más que in extremis.

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Decir que están haciendo el ridículo es quedarse cortos. Fue muy ilustrativo comprobar las reacciones tras confirmarse el fiasco de la candidatura. Lo primero, culpar a la Junta Electoral, faltaría más. ¿Qué se puede esperar de gente con esa ideología?, escribía alguien. Total, por unos minutos, ¿qué más daba? Con lo garantistas que son para otras cosas, sin embargo.

Inmediatamente después comenzó el cruce de acusaciones entre cargos y simpatizantes de Podemos e Izquierda Unida. Era terrible leer las acusaciones de los unos y los otros en las redes sociales. Con amigos así, ¿quién necesita enemigos, adversarios o siquiera rivales?

El caso es que ahí están, tan entretenidos entre recursos y reproches, desconfiando unos de otros y viendo pasar el tiempo. ¿Y el programa? ¿Y las propuestas? ¿Y las ideas? Ya llegarán. O no. Todo eso es secundario. Lo importante ahora, ayer y mañana, es ocupar los puestos de cabeza en las listas, desplazando a los del otro bando, corriente o tendencia.

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Dicen que Inmaculada Nieto es una persona muy válida, con las ideas claras y lucidez expositiva. Que no insulta, amenaza ni menosprecia. Que basa sus intervenciones en datos, cifras y hechos. ¡Qué bueno habría sido conocerla antes en calidad de cabeza de lista! Ahora, por lo que la conocemos es por el sainete que están protagonizando los suyos. Y los no suyos.

La ultraizquierda podemita lo fía todo a sus siglas y a su marca. Y a SUS decisiones. A sus advertencias, bendiciones y admoniciones. Imposible saber quién es quién en pueblos, ciudades, provincias y regiones. Queman y sustituyen a candidatos, secretarios generales y otros cargos orgánicos a una velocidad vertiginosa. En ese sentido, son como Netflix, con sus decenas de series clónicas controladas por un algoritmo, el auténtico amo y señor de la plataforma.

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Tanta gente y tanto tiempo esperando el anunciado frente amplio de las izquierdas y resultó que era esto: una jaula de grillos despellejándose por la cuota de poder, incapaces siquiera de presentar a tiempo una candidatura, sea por error o por mala fe. De lo más tranquilizador a la hora de ir a depositar la papeleta en la urna.

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