El Colegio Oficial de Médicos de Granada es una corporación de derecho público, con carácter representativo, personalidad jurídica propia y consideración de autoridad competente, según reza el capítulo I del BOJA de 9 de junio de 2014.

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En estas fechas se cumplen ciento treinta años ... de su fundación y no es baladí recordar el esfuerzo de la institución por señalar desde su inicio y mantener posteriormente la importancia del espíritu de la profesión y su trascendencia para la salud de los granadinos.

Entre sus funciones se halla la ordenación del ejercicio profesional y el sometimiento de los médicos a las normas del Código de Ética y Deontología Médica, todo ello orientado al cuidado de los enfermos y la promoción de la salud en todos sus aspectos.

Así lo debió entender su primer presidente, el doctor Eduardo García Duarte. Corría el año 1894, cuando el entonces gobernador civil de Granada convocó a un grupo de diez destacados médicos, bajo la dirección del referido García Duarte, instándoles a constituir una Junta de Gobierno que rigiera los destinos del Colegio de Médicos de Granada.

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De él se decía que era modelo de coherencia intelectual y personal, médico vocacional y docente entregado (llegaría a rector de la Universidad), como así había demostrado su comportamiento profesional durante la mortífera epidemia de cólera que años antes había asolado las calles de Granada y toda Andalucía, causando un elevado número de víctimas que se llegó a estimar en más de doscientas mil.

Durante tan catastrófica epidemia, la Junta Municipal decidió establecer un hospital provisional para enfermos menesterosos, que se instalaría en el antiguo convento de la Victoria. El edificio, que había pertenecido a una orden religiosa, databa del siglo XVI y se encontraba en el barrio del Albaicín.

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La tarea de poner en marcha dicha institución benéfico-sanitaria se encomendó precisamente al doctor García Duarte, quien además de cumplir con esta función, se destacó por su entrega a los enfermos que, afectos de cólera, acudían al centro.

La situación sanitaria de la población en aquellas fechas era terrible. El escritor granadino Melchor Almagro describió elocuentemente en su relato autobiográfico 'Teatro del mundo' el sobrecogedor ambiente que reinaba en las calles de la ciudad desierta por el miedo y el dolor: «Fueron días lúgubres los de aquella epidemia en Granada. Moría la gente como chinches, según frase consagrada. Se acababa uno de separar de alguna persona, cuando se tenían noticias de su repentino óbito. Por las calles mudas de terror, pasaban lentamente los carros de los muertos, que iban tocando una campanilla para que el vecindario bajase a depositar sus cadáveres».

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En este ambiente epidémico fue en el que el doctor García Duarte echó a andar la institución que le pidieran las autoridades, consiguiendo con su trabajo y el de sus colegas salvar a un porcentaje elevado de enfermos, durante el terrorífico y letal brote de cólera de 1855.

En aquel período fueron numerosos los médicos y sanitarios a los que les llegó una muerte prematura, debido al continuo contacto con los enfermos que actuaban como fuente de contagio. Todos eran conscientes del peligro que había en atender pacientes afectos de cólera, lo que no fue óbice para que continuaran en el desempeño de su labor.

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El mismo García Duarte llegó a escribir en una carta a su madre, fechada el 5 de julio de 1855, lo siguiente: «Hoy, bajo la influencia de una epidemia mortífera, veo diezmarse la población en que vivo; hoy, que tal vez está mi vida amenazada, quiero dejar trazados mis pensamientos...». Afortunadamente, la muerte temida no le llegó entonces. Un año después sería condecorado por su labor con la Cruz de Epidemias, otorgada por Real Orden de 21 de junio de 1856.

Las líneas que anteceden podrían ser solo las primeras en intentar describir la historia profesional y personal de este médico que más tarde se convertiría en el primer presidente del Colegio Médico de Granada, no sin antes destacarse como docente y académico, entre otras facetas.

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Muchos aspectos del ejercicio profesional médico han sufrido una profunda transformación en estos ciento treinta años, a consecuencia del desarrollo científico-tecnológico de la ciencia médica y su adaptación a los profundos cambios sociales que ha propiciado la historia. Pero no así el espíritu de abnegación y entrega al paciente y, por ende, a la sociedad entera, simbolizado por la figura de este primer presidente y puesto de manifiesto en la reciente pandemia por covid 19. Durante el transcurso de la misma volvió a hacerse tan notoria la entrega de médicos y sanitarios que la sociedad, conmovida, les aplaudía todas las tardes desde terrazas y ventanas. Este aplauso se convirtió en aquellas fechas en un ritual colectivo con elevada participación, simbolizando su gratitud y apoyo al personal sanitario. Desgraciadamente, como en el brote de cólera referido, también perdieron la vida varios médicos, en este caso a causa la neumonía vírica propiciada por la covid 19.

Es por ello que en estas fechas en que se cumplen ciento treinta años de la fundación del Colegio Médico de Granada no sea baladí recordar el esfuerzo de la institución por señalar desde su inicio, como hiciera el doctor García Duarte según se desprendía de su figura y conducta, y mantener posteriormente la importancia del espíritu de la profesión médica y su trascendencia para la salud poblacional.

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Así lo expresaba Brotons Gimeno, de la Academia de Historia de la Medicina: «La vocación medica es una inclinación fanática a salvar vidas, borrar el dolor y ayudar al necesitado».

Valgan los párrafos precedentes como pequeño homenaje a todos los médicos que, como el primer presidente, pusieron en riesgos sus vidas durante el ejercicio profesional; pero, sobre todo, aquellos que llegaron a entregarla por completo por esta misma causa.

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