Periodismo y salud democrática

Nunca deberíamos olvidar de dónde venimos y dónde estamos ahora, como puede ser el caso de España , y el papel clave de la prensa para salvaguardar también nuestra salud democrática durante más de cuatro décadas

Javier Martín Ríos

Domingo, 14 de enero 2024, 23:02

Al final y a principios de cada año se publican muchas listas haciendo balance de lo sucedido en los últimos doce meses, como selecciones de libros, películas, canciones, tendencias, personajes, palabras populares… o resúmenes de acontecimientos, eventos y estadísticas de todo tipo, que abarcan numerosos ... ámbitos y especialidades, como la política, la economía, la cultura, el deporte, los conflictos internacionales y un largo etcétera difícil de enumerar en tan sólo un artículo. Pasa invierno tras invierno cuando llega la Navidad y damos la bienvenida a un año nuevo en el que ponemos todas nuestras esperanzas para que todo nos vaya bien y no se repita, sobre todo, lo malo que aconteció en esos meses precedentes que ya quedaron enterrados en la memoria viva de los almanaques.

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Un servidor, como imagino que cada uno de ustedes, tiene sus propias predilecciones por estos balances anuales, aunque algunos de ellos no tengan mucha proyección ni repercusión públicas; entre ellos, cada año analizo, por cuestiones académicas, la Clasificación Mundial sobre la Libertad de Prensa, bajo el auspicio de la organización no gubernamental de Reporteros sin Fronteras (RSF), surgida en 1985 con el objetivo de defender la libertad de prensa en el mundo y, especialmente, a los periodistas perseguidos por ejercer su profesión. Cualquier balance no es infalible, especialmente cuando entramos en el terreno tan delicado de la represión y la vulneración de los derechos humanos en muchos países marcados por la opacidad de sus gobiernos en relación con la libertad de prensa, pero el historial de los balances de RSF, sin olvidar la contrastación de noticias al respecto a través de diferentes fuentes, nos puede servir de indicador de cómo van los asuntos del periodismo en el mundo.

La Clasificación Mundial sobre la Libertad de Prensa del año 2023, publicada hace ya unos meses (www.rsf-es.org), en la que se recoge la situación de 180 naciones, se divide en los siguientes parámetros: buena situación (8 países), situación más bien buena (44), situación problemática (55), situación difícil (42) y situación muy grave (31). El ranking 2023 lo encabezan, por su buena situación, del 1 al 8 respectivamente, Noruega, Irlanda, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Países Bajos, Lituania y Estonia; en la parte última, la de situación muy grave, del 150 al 180, encontraríamos, entre otros, a China, Rusia, India, Arabia Saudita, Irán, Turquía o Egipto, países con un enorme peso en la escena internacional y en sus áreas de influencia; España se situaría en el puesto 36, dentro del parámetro de situación más bien buena. Lo preocupante, tras analizar las cifras aportadas por RSF, es que sólo 52 países (28,8 %) tendrían una situación buena o más bien buena, y el resto, 128 países (71,2 %), una situación problemática, difícil o muy grave. Y disculpen la sucesión de cifras, que no suelo usarlas en mis columnas periodísticas ni en otros géneros de escritura, pero para la ocasión me han parecido necesarias para mostrar la panorámica de una manera más directa. La situación global antes descrita no es nueva y el mundo convive, desde hace mucho tiempo, entre los países que respetan, en total o gran medida, la libertad de prensa, y en los que apenas hay cabida en ella, herencia de los procesos políticos y sociales del siglo XX, y los nuevos escenarios geopolíticos surgidos en lo que llevamos de siglo XXI.

Democracia y periodismo plural e independiente deben ir de la mano; cuando el periodismo se convierte en mero vocero informativo y propagandístico, la democracia brilla por su ausencia. Cuando un gobierno autoritario quiere mantenerse en el poder, sabe que para conseguirlo no puede haber una oposición política, ni ninguna disidencia de las colectividades civiles que puedan alzar la voz por sus derechos y sus libertades, ni, por supuesto, una prensa libre que pueda investigar e informar de los abusos y la corrupción de la cúpula del poder. Con internet se han abierto más posibilidades para sortear la censura, allá donde la hubiere, pero, al mismo tiempo, se han desarrollado sofisticados métodos informáticos de control y propaganda de la información. Cara y cruz de una misma moneda.

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Por esa razón nunca deberíamos olvidar de dónde venimos y dónde estamos ahora, como puede ser el caso de España (de la dictadura franquista a la democracia en la que hoy vivimos), y el papel clave de la prensa para salvaguardar también nuestra salud democrática durante más de cuatro décadas. Hoy hay muchos medios de comunicación y periódicos en nuestro país, una gran parte con una larga trayectoria profesional a sus espaldas y otra mucho más joven, de nueva creación, surgida a la par del desarrollo de la era digital en los últimos tiempos; es cierto que hay grandes grupos mediáticos, algunos con grandes imperios económicos detrás de ellos, pero también es cierto que hay diversidad de posiciones en estos grandes grupos de comunicación, sin olvidar las firmas independientes que en ellos escriben y opinan sobre el día a día de la realidad en la que vivimos, que, junto a otros medios periodísticos más medianos y pequeños, editados en cada provincia del país, ya sean en sus formatos de papel o en sus espacios digitales, permiten la pluralidad y la confrontación de la información para seguir construyendo una sociedad democrática.

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