Auschwitz
La comunidad internacional coincide en que el mayor genocidio de la humanidad no debe repetirse jamás.
Javier Pereda Pereda
Jueves, 30 de enero 2025, 23:02
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Javier Pereda Pereda
Jueves, 30 de enero 2025, 23:02
Cada 27 de enero se conmemora el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto. Conviene mantener vivo en el recuerdo esta efeméride, que evoca los 80 años de la liberación por el ejército soviético, del campo de exterminio nazi Auschwitz-Birkenau. La comunidad ... internacional coincide en que el mayor genocidio de la humanidad no debe repetirse jamás. En la ciudad polaca de Oswiecim, cerca de Cracovia, Heinrich Himmler instaló Auschwitz, donde fueron asesinados 1.100.000 judíos. Se pueden extraer muchas lecciones de aquella locura xenófoba nazi, alimentada por una paranoia racial, creando un entramado pseudocientífico basado en interpretaciones distorsionadas de Darwin y Mendel, para alcanzar la raza pura aria. El 1 de septiembre de 1939, Hitler firmó un decreto que ordenaba la eliminación de más de 70.000 enfermos alemanes, con discapacidad física y mental. Dispuso asesinar por razones eugenésicas a 5.000 alemanes veteranos de guerra, hospitalizados por estrés postraumático. Si el 'Führer' dispensó semejante trato a los propios germanos, con mayor razón lo aplicó a los judíos: enemigos raciales de la nación alemana, avaros financieros que explotaban al pueblo teutón. Esta aberrante ideología fue legitimada y aprobada de manera democrática por la Alemania nacionalsocialista del Tercer Reich (1933-1945), dando lugar a una forma de fascismo opuesta a las democracias liberales. El prisionero de Auschwitz, Viktor Frankl, fundador de la logoterapia, se pregunta en el libro 'El hombre en busca del sentido' (Editorial Herder): «¿Quién es el hombre?». Contesta que es lo quiera ser: capaz de inventar la cámara de gas, o de entrar en ella con paso firme rezando una oración. Para el psiquiatra vienés, aunque nos despojen de todo, nunca podrán arrebatarnos nuestra dignidad ni la libertad interior, que otorga un sentido a la existencia. Cuando todo se ha perdido queda el amor, la más alta meta a la que puede aspirar el hombre. Para el autor de 'Archipiélago Gulag', Dostoievski: «Si Dios no existe, todo está permitido». Ante esta maldad humana, Primo Levi titula en un libro: «Si existe Auschwitz, no puede existir Dios». Al visitar Auschwitz en 2006, el papa alemán Benedicto XVI expreso: «Sólo se puede guardar un silencio de estupor, un silencio que es un grito interior dirigido a Dios: ¿Por qué, Señor, callaste?». La respuesta a estos interrogantes está en la libertad, la dignidad y el amor. Lo explicó Juan Pablo II, que nació en Wadowice, a 38 kilómetros de Oswiecim (Auschwitz), veinte años antes que comenzara la 'Shoá' y la 'solución final', con el testimonio cristiano del sacerdote franciscano Maximiliano Kolbe, quien sustituyó a un padre de familia condenado a muerte. En 1989 el papa polaco canonizó a su compatriota.
En la película 'La zona de interés', ganadora al Oscar a la mejor película internacional en 2024, narra el contraste entre la vida de la familia de Rudolf Höss y las instalaciones colindantes de Auschwitz. Una crítica a la banalidad del mal, término que acuñó Hannah Arendt. Lo que no relata el director británico Jonathan Glazer es que el «animal de Auschwitz-Birkenau», dejó en libertad al sacerdote jesuita polaco, Wladislaw Lohn, que se presentó en donde estaban recluidos la comunidad jesuita polaca, para correr su misma suerte. En 1947 se juzgó al 'animal de Auschwitz' y se le condenó a la horca. Höss era católico y se convirtió durante su estancia en la prisión. Como último deseo, a sus 47 años, solicitó con insistencia la asistencia espiritual del padre Lohn. Recibió la absolución de todos sus pecados y la Comunión de rodillas y llorando, antes de que se ejecutara la condena de muerte en el mismo Auschwitz.
El caso del llamado «Schindler español' o 'Ángel de Budapest', hace referencia al embajador español en Hungría en 1944, Ángel Sanz Briz, quien salvó la vida de más de 5.000 judíos húngaros durante la persecución nazi, falsificando su origen sefardí. De ahí la incoherencia de asimilar este aniversario con el de la muerte de Franco. Ochenta años después, seguimos sin aprender la lección de Auschwitz. Vivimos en una sociedad cada vez más polarizada, donde los supremacistas intentan imponer sus opiniones a quienes piensan de manera diferente. La discriminación por razón de raza, sexo o religión sigue alimentando 56 guerras en el planeta, con 92 países involucrados. Según la OMS, cada año 73 millones de niños en el mundo son troceados en los 'Auschwitz maternos'.
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