Nuestro Asterix cumple 50 años

Esta edición del tebeo ya ha cumplido 50 años, que Bruguera lo publicó en 1973. A mis padres o a mis abuelos, no sé quiénes lo comprarían, les costó 125 pesetas. Unos 75 céntimos de euro, al cambio. ¡'La vín', el coste de la vida!

Nuestro 'Asterix en Córcega' está bastante ajado, por ser benevolentes. El lomo está descuajeringado y varias páginas tienen manchurrones, posiblemente de ColaCao o mantequilla. Es el libro que más veces he leído en mi vida dado que, cada vez que paso unos días en la playa, cae.

Decía Félix Grande que donde fuiste feliz alguna vez no deberías volver jamás, que el tiempo habrá hecho sus destrozos y levantado un muro fronterizo. No es por llevarle la contraria, pero en 'Asterix en Córcega' fui feliz y lo sigo siendo cada vez que entro en sus páginas. Me lo sé de memoria y podría reproducir todas y cada una de sus viñetas. Y eso es parte del encanto. Nada malo puede pasar mientras acompañas a Asterix, Obelix e Ideafix en su viaje al país de los corsos. Triscando montes con ellos, navegando por el Mediterráneo, mareándote con el aroma de los quesos del país, flipando con el arte para abrir navajas y riendo a mandíbula batiente con los ancianos criticones, vuelves a ser niño y te encapsulas en un estado mental que está fuera del tiempo y del espacio.

Las vacaciones también son eso. Ritos que se repiten un verano tras otro y que te mantienen enraizado y conectado con tu yo primigenio. Las vacaciones que te devuelven al niño que una vez fuiste tienen un encanto especial. Y son de lo más barato: el desayuno de tu infancia, un viejo tebeo, un juego de antaño, un baño en la playa, el faro, un paisaje, una vista, una conversación, una vieja canción…

Pero como no es bueno vivir permanentemente en el pasado, toca ampliar horizontes y volver a viajar. ¡Qué ganas! Nos volvemos a leer en unos días. ¡Disfruten!