Hay un viejo chiste que, en forma de 'diáloco' me gusta por su sencillez y contundencia:

Publicidad

—No sé qué me preocupa más, tu ignorancia o tu indiferencia.

—Ni lo sé ni me importa.

Me acuerdo de él cuando escucho al ministro Marlaska y ... sus 'explicaciones' sobre el caso Koldo, el affaire Ábalos y el Delcygate. Básicamente, que no se enteraba de nada. Que ni sabía ni conocía. Que no se coscaba. Es que ni los rumores, oiga.

Todo eso, que podría ser efectivamente así, cuesta creerlo cuando el que lo dice es nada más y nada menos que el ministro del Interior. No sé qué sería más preocupante, que efectivamente no supiera de la misa la media o que, habiendo oído campanas, prefiriera no saber dónde. Como el que oye llover. Hacerse el sueco. La táctica del avestruz. Si sabía o supo, malo. Ni no se enteró… ¿peor aún?

Tiene que ser muy chungo ser ministro del Interior, tener todos los resortes informativos del Estado a tu alcance y verte obligado a comparecer para decir cosas como que «Nunca tuve la sospecha de que Ábalos estuviera en algún negocio turbio» o «A mí no me comunica nada el presidente», como señaló ayer en su comparecencia en la comisión de investigación en el Senado sobre la 'trama Koldo'.

Publicidad

Y es que todo esto suena a frase de sobrecillo de azúcar: «Es mejor estar callado y parecer tonto que abrir la boca y disipar dudas», como dicen que dijo Mark Twain. ¿O fue Groucho Marx? O lo mismo lo he leído en las Meditaciones de Marco Aurelio, mi nuevo libro de cabecera.

La política es, sobre todo, tragar sapos. Lo malo es cuando son tan grandes que se te quedan enquistados en mitad de la garganta y es que ni para adelante ni para atrás. Ser ministro del Interior y presentarte en el Senado en clave socrática para decir «Sólo sé que no sé nada» puede parecer muy intenso y filosófico, pero queda fatal de toda fatalidad.

Publicidad

A la espera de saber más sobre las famosas e hipotéticas maletas cargadas de oro y el aterrizaje de la vicepresidenta chavista en Barajas, un tema que daría para una película de espías, aunque todavía no sabemos si seria o paródica; nos tendremos que conformar con la parodia de un ministro del Interior más desinformado que un seguidor de Trump adicto a las redes sociales.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad