La estación fantasma del AVE

—¿A qué estación del AVE de Antequera te refieres, Lens?— podría preguntar el avisado lector. Y razón no le faltaría, que en la ciudad de la porra, los molletes y el Torcal hay dos apeaderos, como ustedes bien saben. En concreto, la fantasmagórica historia de horror transcurría en la estación conocida como Antequera Alta Velocidad.

Conocida sobre el papel, al menos. Porque la realidad es que no hay forma de localizarla en el GPS. «Tampoco figura en la lista de terminales de la propia página de Adif… Los algoritmos de los buscadores ignoran que hay nuevos andenes», nos contaba Javier. ¡Virgen del amor hermoso!

Y luego está lo del vacío cósmico en esa estación soterrada, que a mí me recordaba al mismísimo H. P. Lovecraft. «En el entorno de la vieja estación de Antequera apenas hay un par de vehículos en movimiento y una puerta que cruje: la de la cafetería… El andén impresiona porque llega, a un lado y otro, hasta donde alcanza la vista; pero solo está poblado por el personal de la estación y un par de pasajeros». Que terminarán siendo tres porque en el último minuto irrumpe en escena un hombre que corre. ¿Serían espectros? ¿Fantasmas? Y está el vendedor de cupones, menos mal. Si esto no da para un capítulo de 'The Last of Us' o 'The Walking Dead' yo ya no sé.

Sufrí con Javier hasta que, por fin, se cerraron las puertas del tren 02077 y partió de la estación abandonada con rumbo a su siguiente parada, Santa Ana, a tan solo 20 kilómetros. Que ya le veía como a uno de los muertos en vida del 'Hotel California' de los Eagles, corriendo por aquellos andenes silenciosos.

Ayer firmaba Gabriel Hernández Walta, uno de nuestros genios del cómic, en Librería Picasso. A la espera de que llegue 'Phantom Road', lo más reciente de su cosecha, con libreto del inquietante Jeff Lemire, le he propuesto que le mande esta narración al guionista, que aquí hay tema para una secuela: 'Phantom Railway».

¡Gracias, Renfe! ¡Gracias Adif! Por fin tenemos a tiro de piedra un escenario brutal para historias de terror cósmico. El Gótico Sureño del siglo XXI made in Andalucía acaba de nacer.