Lllevo varios días dándole vueltas y no sé qué y cómo escribir sobre ello. Se lo leí a Jorge Pastor en IDEAL y la historia ha dado la vuelta a España. En una de las fosas de Víznar han aparecido los huesos de un niño ... de unos diez años de edad con dos tiros descerrajados en la cabeza. Y junto a su esqueleto, los restos de un lápiz y una goma. Si toda ejecución es atroz, esta adquiere unos tintes particularmente siniestros y espeluznantes. ¿Quién era ese niño? Es complicado que se llegue a averiguar su filiación. ¿Qué hacía allí? Es la otra gran incógnita. Acompañar a algún mayor, posiblemente. Le debía gustar escribir, claro. O lo mismo era bueno haciendo cuentas. A saber.
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El lápiz y la goma. Escribir y borrar. Corregir. Reescribir. Hay toda una metáfora ahí. Que se sigan excavando las fosas comunes y anónimas de la Guerra Civil y que haya quienes estén en contra, por ejemplo. O que no les importe. Gente que arruga la nariz al oír hablar del tema con ese gesto de soberbia y desprecio de los que huelen a mierda. Que critiquen que se trabaje por saber la verdad, por reparar el dolor, por hacer justicia. Que se siga viendo con suspicacia por los de siempre. Que qué necesidad había, dicen. Que es reabrir las heridas del pasado, aducen.
El lápiz y la goma. Y ese niño de diez años con dos tiros en la cabeza que, durante cerca de 100 años no ha tenido a nadie que escriba su historia, aunque siga siendo anónima. O precisamente por eso. Porque sigue habiendo tantas muertes anónimas. Víznar como monumento al fusilado desconocido.
¿Y del asesino? ¿Del verdugo? ¿Se encargará alguien de saber quién fue la bestia sin entrañas que le pegó dos tiros en la cabeza a una criatura de diez años? Un niño armado con un lápiz y una goma. Lo mismo pensó que esa sí era un arma cargada de futuro y que mejor cortar por lo sano y erradicar la enfermedad antes de que se propagara.
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Mientras se sigan sacando esqueletos de las fosas de Víznar es muy complicado que se cierren y cicatricen esas heridas de las que tanto se habla, a veces con demasiada frivolidad y ligereza. Que el niño del lápiz y la goma nos sirva como recordatorio de un pasado que no debería repetirse jamás.
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