Me gusta la regla del 3-30-300 que nos invita a pensar y a vivir en verde. ¿Puede usted ver al menos 3 árboles desde las ventanas, la terraza o el balcón de su casa? ¿Tiene su barrio al menos un 30% de cobertura ... vegetal? ¿Vive usted a menos de 300 metros de un buen parque o una zona verde en condiciones? Esa es la cuestión. Y en Granada capital no es fácil cumplirla.

Publicidad

Les cuento una de 'antes, todo esto era campo'. Antes, hace muuuuuchos años, salíamos con frecuencia a patear montes, riscos, cerros, caminos y senderos. La ciudad era para los bares, las librerías y los cines. Éramos jóvenes e impetuosos, no teníamos redes sociales que nos hicieran perder el tiempo y la provincia de Granada es pródiga en naturaleza exuberante. Podías trabajar por la mañana, comer rápido, salir de excursión, plantarte en lo alto del Trevenque para ver la puesta de sol y celebrarlo con unas cañas en La Guitarra.

Luego llegaron las carreras de montaña. Los famosos trails. En 3 o 4 horas tragabas kilómetros por un tubo en mitad de la naturaleza y lo mismo recorrías los senderos del agua de Lanjarón o los tramos más montañeros del GR7 alpujarreño que te encaramabas a lo alto del Jabalcón.

Entonces llegaron las lesiones, los achaques, los kilos de más y la falta de tiempo. Los años, o sea. La llamada 'caída del viejazo', del que lo peor es ver cómo se aleja la naturaleza. Lo que antes era un agradable paseo se convierte en una hazaña épica. Hace unos meses subí a la Boca de la Pescá y me sentí como si hubiera conquistado el Annapurna.

Publicidad

Lo (único) bueno de esta nueva etapa es que he empezado a cobrar conciencia y valorar, cada vez más, la naturaleza dentro de las ciudades. Los parques, urba y periurbanos. Los jardines. Y, especialmente, los árboles. Solos, o en compañía de otros, prietas las ramas, impasible el ademán. Hace unos días estaba en Chikito y me flipé con los plátanos del Campillo. Me puse a encuadrarlos en el móvil… ¡y no cabían! Qué barbaridad de árboles. Si esos bicharracos hablaran… No vean ustedes el alegrón al saber que están bien de salud.

Comentando todo eso con mi amigo Alfonso Márquez, me decía que los árboles son un portento, además, por su forma de alimentarse, que se bastan con sustancias inorgánicas que ellos mismos sintetizan y la luz del sol. ¡Qué razón tiene! Valorémoslos, cuidémoslos y protejámoslos como se merecen. Como nos merecemos.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad