Ayer por la mañana me entró la melancolía. Una tristeza honda. Una pena negra. Fue una sensación extraña. Mientras la ciudad vibraba con los Goya, a mí me dio por leer la sección de Internacional de los periódicos. ¡Quién me mandaría! Me podría, me debería ... haber quedado en la información cultural, pero me entró el ansia por ponerme al día con lo que pasa por el mundo y… ¡joder!

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No, no le voy a arruinar la resaca post-Goya ni el chocolate con churros o el vermú del domingo, pero si le echa un vistazo a lo que ocurre en Congo, por ejemplo, entenderá lo que les decía de la melancolía.

—¿El Congo? ¿En serio? ¿Acaso no tenemos bastante con lo de Ucrania, Gaza, Maduro, Trump & co? Sólo te faltaría hablarnos de Haití, Sudán, Etiopía o Afganistán. ¿Qué te hemos hecho para que nos amargues el desayuno de esta manera, insensato?— podrían ustedes reprocharme. Y razón no les faltaría, pero es que…

Vivimos en una constante contradicción y, a veces, es imposible no sentirnos abrumados. Si no, seríamos psicópatas. Me resultaba estupefaciente mirar con un ojo la web de IDEAL y los lujos y oropeles, la felicidad y el optimismo por los Goya; y con el otro, la tinta doblemente negra del papel.

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No sé si somos conscientes de la fortuna, del auténtico privilegio que tenemos de vivir dónde y cómo vivimos. Que la suerte va por barrios, cierto es y que nuestra sociedad no es ni mucho perfecta. Pero… Eso. Que si miramos lo que pasa ahí fuera, a un puñado de horas de avión… ¡el horror conradiano!

No se trata ni de ser conformistas ni de flagelarse. Sólo de ser conscientes de los logros que hemos conseguido como sociedad y del riesgo de involucionar. Del peligro de retroceder en derechos y libertades. De ir a peor. Y es que, por acción o por omisión, podemos acabar arrojando por la borda décadas de ententes y acuerdos que, con sus carencias, nos han permitido avanzar y tirar hacia delante.

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A medida que pasaba el sábado se me fue quitando ese pesar melancólico, la angustia vital. Los Goya nos esperaban y esta misma mañana comenzamos una nueva edición de Gravite, el festival patrocinado por CaixaBank dedicado a la tercera cultura. Tenemos por delante una nueva y apasionante semana repleta de actividades. Pero no nos olvidemos del resto del mundo.

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