Hoy va a ser al contrario. Ayer les decía que quería escribir del encuentro con el cineasta Juan Antonio Bayona en el Isabel La Católica, pero Adia Lab se metió por medio. Hoy, aunque el cuerpo me pide escribir de Rubiales, me quedo con el ... director de 'La sociedad de la nieve'.

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Pero déjenme, eso sí, que me retrotraiga a unos meses atrás, a lo más caliente del affaire Rubiales, cuando se enfrentó al mismísimo presidente del Gobierno. Como es tarde y me están urgiendo esta columna, no voy a tirar de hemeroteca, pero recuerdo que le escribí en segunda persona a Luis, cuando su familia protagonizaba un esperpento que habría hecho las delicias de otro Luis, García Berlanga en este caso.

«¿Sabes dónde te metes, alma de cántaro, desafiando al Perro Sanxe himself?», le escribí. O algo así. Era cuando alardeaba de que se iba a Motril a jugar un partido de fútbol… que nunca se disputó. Ahora, lo que leo es que está en Punta Cana y que eso le ha librado de terminar en el cuartelillo. O en el talego. A saber. Corrupción y blanqueo de capitales. Vaya tela. Presuntamente, faltaría más. Esto ya no es la Jenny, que te tiene manía, ¿eh? Esto ya no va del furibundo feminismo pasado de vueltas que te tiene manía, ¿verdad? Esto lo lleva la Fiscalía Especial contra la Corrupción y Criminalidad Organizada. Poca broma, oye. Presuntamente. Siempre presuntamente…

Pero que no. Que paso del Rubi. Que yo quiero hablar del encuentro con Bayona. De la parte más cinematográfica, emocional y experiencial ya escribió ayer José Enrique Cabrero. Déjenme que yo me centre hoy en algo tan mundano como el dinero. Alguien del público preguntó por el presupuesto de 'La sociedad de la nieve' y habló de una cantidad X de millones de euros. La productora dijo que con ese dinero hicieron milagros. Que en España sabemos estirar la pasta y sacarle lustre. Que somos muy buenos currando. Y hubo salva de aplausos.

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Entonces pidió la palabra Bayona. Dijo que para su película jurásica dispuso de tres veces más presupuesto y que, para él, fue una película más fácil de hacer que ésta. Que ojito con alardear de lo baratitos que somos. Que eso de «aquí, con poquito nos apañamos» es una trampa en la que no debemos caer. Que el trabajo, el buen trabajo, hay que pagarlo. Que la excelencia cuesta. Me encantó esa reflexión y pensé para mis adentros que ya está bien de ir de pobres por la vida. De 'prestaíllo'. Como si pidieras un favor por exigir un pago justo por el trabajo bien hecho. La salva de aplausos cosechada por Bayona con esas palabras fue mucho mayor aún.

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