Sobrevivir con lo o-puesto
Jesús Lens
Domingo, 30 de marzo 2025, 23:13
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Jesús Lens
Domingo, 30 de marzo 2025, 23:13
Este año no. Este año me temo que no habrá milagro en la última jornada para salvar la ACB in extremis. Vamos al hoyo sí ... o también. Tres partidos con los de arriba son ya demasiados para la poca temporada que queda y, sobre todo, la imagen de ayer, más la de un equipo en descomposición que en reconstrucción, por muchos fichajes nuevos que hayan llegado en los últimos días. Hemos tenido mala suerte con las lesiones, sin duda, pero la obsesión con los árbitros no ha ayudado, que el victimismo es mal consejero.
Tiempo habrá de leer los análisis de los profesionales para sacar conclusiones y aprender lecciones de cara a la temporada que viene. Así las cosas, démosle una vuelta de tuerca más al tema estrella de la semana: el kit de supervivencia.
El sábado, Manuel Pedreira nos animaba a contar qué tendría el nuestro, el propio y personal de cada uno. Además del agua de Lanjarón, claro. Hablando con unos amigos, me decían que ellos se están preparando el equivalente a una cesta de Navidad con sus latas selectas y conservas premium. Que si una anchoas, lomos de ciervo y cosillas así. Y vino, claro, además de las Milnoh. Llegado el caso, lo mejor sería empezar por la cerveza, por si se va la luz. Y dejarse los tintos para tomar a temperatura ambiente. La cosa es ponerse una alerta en el móvil que avise de la fecha de caducidad para ir consumiendo y reponiendo.
La última vez que hubo una alerta como ésta, por lo de las tormentas solares, compré una linterna, pero a saber dónde está. Imagino que junto a las pilas que también me pillé. Al hornillo y el camping gas, sin embargo, no llegué. A ver si encuentro alguno de oferta, junto a la joía navaja suiza.
Y a ella hemos llegado. A la navaja multiusos, la auténtica madre del cordero. Cuando leía el Manual de los Jóvenes Castores me obsesioné con tener una. La más gorda. La de 50 utilidades, creo que era. Cuando la conseguí, estaba feliz. El problema llegó cuando intenté usarla: era incapaz siquiera de desplegar la mayoría de «utensilios», que casi me arranqué las uñas en el intento. Es que ni la hoja principal, oigan.
Desde entonces estoy «traumao» con los abrelatas y los sacacorchos. Más fácil era sacarse un ojo y rebanarse un dedo. ¿Y la sierra? Maldita sea su estampa. O las tijeras. Es que ni para cortar papel con el que pasar el tiempo haciendo un collage. Lo único realmente útil: el mondadientes. Eso sí: pesaba tanto la joía navaja suiza que podías usarla como arma arrojadiza.
Total, que si llega el Apocalipsis, me va a pillar mal preparado haga lo que haga; así que mejor sigo cuidando de mi biblioteca.
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