Trabajos del futuro presente

A pesar de ello, siempre había agoreros que dudaban. Dudaban de que se construyera en Granada y, sobre todo, de la importancia real de Ifmif-Dones. Por los plazos, mayormente, que hablamos de una tecnología de combustión lenta. Y es que hay gente cortoplacista de mucho de mirarse al ombligo y pensar sólo en el aquí y el ahora. La del 'para lo que me queda en este convento…'.

¿Leyeron hace unos días el reportaje de Inés Gallastegui sobre el talento que vuelve a Granada? «El sector industrial científico y tecnológico logra atraer a la provincia a los cerebros 'fugados' hace años por falta de oportunidades», rezaba la entradilla. Entre esas mentes retornadas, varias lo hacían para trabajar en Escúzar, en el acelerador.

Cuando hablamos de una tecnología como ésta corremos el riesgo de pensar sólo en el final del camino, cuando el acelerador esté funcionando a pleno rendimiento. Craso error. Ese momento será glorioso, por supuesto, pero Ifmif-Dones es ya una realidad que está generando empleo y riqueza en la provincia. Dinero contante y sonante, además de suponer una inyección de optimismo, vitalidad y autoestima.

Quizá, como no hubo un día concreto en que nos dieron el 'Sí quiero', al estilo de la concesión de unos Juegos Olímpicos o una Agencia Estatal cualquiera (ejem), no somos conscientes de que el acelerador de partículas ha pasado de ser un ilusionante proyecto a convertirse en una realidad palpable. Un proceso de largo recorrido y gran alcance que no deja de darnos alegrías un día sí y otro también.

Constatar que, gracias al acelerador, Claudio Torregrosa, Juan Cantero, Celia Carvajal y Antonio Moreno han podido volver a Granada para trabajar en lo que les gusta y para lo que estudiaron es motivo de orgullo, júbilo y satisfacción.