Tan transparente que no existe

Que el Gobierno no lo estaba haciendo bien, para variar; ya lo denunciamos en este mismo espacio el pasado viernes. Que la solución pasara por tumbar el proyecto de ley en el Pleno del Congreso no es de recibo. Da lo mismo lo que digan los representantes del PP local pillados en falta, que tiene toda la pinta de que ni sabían lo que preparaban sus 'mayores' en Madrid. Como la ministra de Sanidad, que tampoco se estaba coscando de nada.

De lo que pasa en el Congreso me informo leyendo a Alberto Surio, nuestro hombre de Vocento en la capital del reino. Y lo tiene claro: «Tanto populares como posconvergentes (Junts) votaron en contra como represalia a la negativa de la Mesa del Congreso de levantar el veto a las enmiendas aprobadas en el Senado sobre la ley de desperdicio alimentario, registrada por estos grupos y Esquerra Republicana». No hay más. Solo politiqueo de la más baja estofa, efectivamente.

El PP local ha montado muy rápido el argumentario para tratar de controlar el relato (sic) sobre un nuevo despropósito que perjudica a Granada. O que podría perjudicarla. Pero no cuela. La Agencia Estatal de Salud Pública ha sido una víctima colateral de la cruenta guerra que, contra el PSOE, mantienen tanto el PP como sus socios en el Gobierno. Y viceversa. Lo que sea necesario con tal de debilitar al enemigo. O al falso amigo. El mundo se desmorona y ellos siguen a lo suyo, a sus celos y peleíllas. A su 'House of cards' de andar por casa. A su casposo 'Juego de Tronos' patrio.

En momentos tan complicados como los que estamos viviendo, a nuestros políticos habría que exigirles altura de miras. No merece la pena. ¿Para qué? Son ridículos y absolutamente incapaces de mirar más allá de su ombligo. El cortoplacismo en el que se manejan, el cainismo de su día a día y el infantilismo con el que se comportan hacen imposible que podamos tener confianza alguna en ellos.

El PP local compareció para exigir transparencia en el proceso de elección de la Agencia. Se encontraron con su inexistencia. ¡Menudo exitazo, oigan!